Página 256 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
conocía las necesidades del corazón humano, que son las mismas
en todas las épocas; y les llamó la atención a las únicas riquezas
verdaderas. “El reino de los cielos”, dijo él, “es semejante a un tesoro
escondido en un campo, que, encontrándolo un hombre, lo esconde;
y gozoso por ello, va, vende lo que tiene, y compra aquel campo”.
Mateo 13:44
. Habla a los hombres de un tesoro que es de valor
inestimable y que está al alcance de todos. El vino a la tierra para
encauzar sus mentes en la búsqueda de este tesoro. El camino está
señalado; los más pobres que le sigan se harán más ricos que los
más acaudalados de la tierra que no conocen a Jesús, y serán hechos
cada vez más ricos al compartir su felicidad con los demás.
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros
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en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los
ladrones no minan ni hurtan”.
Mateo 6:19-21
. Los que esto hagan
no experimentarán pérdida alguna. El tesoro acumulado en el cielo
está seguro; y se acredita a nuestra cuenta, por cuanto dijo Jesús:
“Haceos tesoros en el cielo”. Los hombres siembran aquí, pero
segarán durante la eternidad.
Es el tesoro eterno lo que los ministros de Cristo deberán presen-
tar dondequiera que vayan. Han de instar al pueblo a que se hagan
sabios para salvación. No han de permitir que creyentes profesos,
amadores del mundo y contemporizadores, ejerzan ninguna influen-
cia sobre su proceder o que debiliten su fe (la fe del pueblo). No es su
misión ayudar a individuos o iglesias a buscar la manera de ahorrar
dinero por medio de planes estrechos y esfuerzos limitados en la
causa de Dios. En lugar de esto, han de enseñarles a los hombres
cómo trabajar de una manera desinteresada, haciéndose así ricos
para con Dios. Deberán educar las mentes para que valoren correc-
tamente los asuntos eternos y pongan el reino de Dios en primer
lugar.
Hacen falta hombres como Caleb en estos dos campos. En estas
asociaciones debe haber, no niños sino hombres que hagan movidas
sabias, lleven las cargas y hagan oír sus voces por encima de la voz
de los infieles que se oponen, dudan y critican. Los grandes intereses
no han de ser manejados por niños. Un cristiano no desarrollado,
que es enano en lo que a conocimiento religioso se refiere, falto
de sabiduría de lo alto, no está preparado para hacer frente a los