Página 265 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El crecimiento cristiano
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tierra? Como ese siervo infiel, ¿acusáis a Dios de cosechar donde no
sembró y de recoger donde no dispersó la semilla?
Todo lo que tenéis pertenece a Dios. Entonces, ¿no diréis de
corazón: Todas las cosas de ti proceden y de lo tuyo te hemos
dado”? “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos
tus frutos”.
Proverbios 3:9
. Pablo exhorta a sus hermanos corintios
concerniente a la beneficencia cristiana de la siguiente manera: “Por
tanto, así como abundáis en todo, en fe, en palabra, en conocimiento,
en toda diligencia, y en vuestro amor para con nosotros, abundad
también en esta gracia”.
2 Corintios 8:7
. En su epístola a Timoteo,
declara: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni
pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el
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Dios vivo, que nos ofrece todas las cosas en abundancia para que
las disfrutemos. Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, prontos a compartir; atesorando para sí buen fundamento
para lo por venir, que echen mano de la que realmente es vida eterna”.
1 Timoteo 6:17-19
.
La virtud de la liberalidad no es algo tan natural en nosotros que
la adquiramos de casualidad. Es algo que hay que cultivar. Hemos de
proponernos deliberadamente que honraremos a Dios con nuestros
bienes; y luego no hemos de permitir que nada nos tiente a robarle
los diezmos y ofrendas que son la parte que le corresponde. Hemos
de ser inteligentes, sistemáticos y constantes en nuestros actos de
caridad hacia los hombres y en nuestras expresiones de gratitud
hacia Dios por los beneficios que nos brinda. Este es un deber
demasiado sagrado para que sea dejado al azar o a ser controlado por
el impulso o el sentimiento. Debemos apartar regularmente algo para
la causa de Dios con el fin de no robarle la porción que pide para sí.
Cuando le robamos a Dios, nos robamos a nosotros mismos también.
Renunciamos al tesoro celestial por tener más de este mundo. Esta
es una pérdida que no podemos permitirnos sufrir. Si vivimos de
tal manera que podamos disfrutar de la bendición de Dios, su mano
prosperadora descansará sobre nuestros asuntos temporales, pero
si su mano está en contra nuestra, él es capaz de desbaratar todos
nuestros planes y desparramar más rápidamente de lo que nosotros
podamos juntar.
Se me mostró que el estado de cosas en estas dos asociaciones
es verdaderamente grave; pero Dios tiene muchas almas preciosas