Página 279 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La fidelidad en la obra de Dios
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es, no ofreceríais ni la semejanza de una excusa por lo que habéis
hecho.
Cuidado con lo que habláis, no sea que digáis algo que disminuya
la influencia de los mensajeros de Dios. A veces puede haber habido
presión excesiva en la solicitación de fondos; pero cuando la luz y
el amor de Jesús iluminan los corazones de sus seguidores, no habrá
necesidad de encarecerlos o de rogar para que den su dinero o presten
servicio. Cuando lleguen a ser uno con Jesús y comprendan que no
se pertenecen a sí mismos, que han sido comprados por precio y que
por lo tanto son propiedad del Señor, y que todo lo que tienen les ha
sido prestado como mayordomos suyos, con corazones gozosos y
firme fidelidad darán a Dios las cosas que le pertenecen. El Señor
no aceptará una ofrenda hecha en contra de nuestra voluntad ni con
murmuración. Tomando en cuenta la manera en que os sentís ahora,
no tiene sentido que hagáis más promesas. Cuando os recuperéis
de este engaño del enemigo, cuando cerréis la brecha que habéis
creado y os deis cuenta de que las necesidades de la causa de Dios
son tan constantes como lo son sus dones hacia los hijos de los
hombres, vuestras obras irán a la par con vuestra fe y recibiréis una
rica bendición del Señor.
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