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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
reformen sus vidas, pero debo cumplir mi deber de todas maneras.
Caminaré en humildad ante Dios, llevando a cabo mi obra para este
tiempo y la eternidad.
Dios no ha dado a mis hermanos la obra que me ha encomendado
a mí. Se ha insistido en que mi manera de reprender en público ha
hecho que otros se vuelvan cortantes, criticadores y severos. Si es
así, tendrán que arreglar el asunto con el Señor. Si otros asumen una
responsabilidad que Dios no les ha impuesto; si hacen caso omiso de
las instrucciones que él les ha dado vez tras vez a través del humilde
instrumento que él ha escogido, para que sean bondadosos, pacientes
y longánimes, ellos solos tendrán que responder por los resultados.
Con corazón abrumado por la tristeza, he cumplido mi desagradable
deber para con mis amigos más queridos, no atreviéndome a com-
placerme a mí misma retrayendo la reprensión, ni aun de mi propio
esposo; y no seré menos fiel en amonestar a otros, oigan o no oigan.
Cuando hablo al pueblo, digo muchas cosas que no he premeditado.
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A menudo el Espíritu del Señor desciende sobre mí. Parece ser que
soy transportada fuera y lejos de mí misma; la vida y el carácter de
diferentes personas son presentados con claridad ante mi mente. Veo
sus errores y peligros, y me siento compelida a hablar acerca de lo
que de esa manera se me ha presentado. No me atrevo a resistir al
Espíritu de Dios.
Sé que algunos están desconformes con mi testimonio. No se
acomoda a sus corazones orgullosos y no consagrados. Siento cada
vez más profundamente la pérdida que nuestro pueblo ha sufrido
por no haber aceptado y obedecido la luz que Dios me ha dado. Mis
hermanos más jóvenes en el ministerio, os ruego que reflexionéis
más acerca de vuestra solemne responsabilidad. Consagrados al
Señor, podréis ejercer una poderosa influencia en favor del bien en
la iglesia y en el mundo; pero carecéis de una piedra sincera y de
devoción. Dios os ha enviado para que seáis una luz en el mundo por
medio de vuestras buenas obras tanto como por vuestras palabras y
teorías. Pero muchos de vosotros podéis ser representados por las
vírgenes insensatas que no tenían aceite en sus lámparas.
Mis hermanos, haced caso al testimonio y consejo del Testigo
fiel y Dios obrará por vosotros y en vosotros. Vuestros enemigos
podrán ser fuertes y determinados, pero Uno más fuerte que ellos
será vuestro ayudador. Permitid que la luz brille y ella hará su obra.