Página 27 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

Discurso para un congreso campestre
23
reunión hagan un pacto con Dios para abandonar las conversaciones
triviales y frívolas y la lectura vana; y el año entrante leed la Palabra
de Dios con diligencia y oración para que podáis dar, a todo el que
os la pida, una razón de la esperanza que hay en vosotros. ¿No hu-
millaréis sin demora vuestros corazones ante Dios y os arrepentiréis
de vuestra inactividad?
No piense nadie que lamento o quiero retractar ningún testimonio
claro que haya dirigido a individuos o al pueblo. Si en alguna cosa
he fallado, ha sido en no reprender el pecado más decididamente
y con mayor firmeza. Algunos de los hermanos han asumido la
responsabilidad de criticar mi obra y de proponer una manera más
fácil de corregir los errores. Yo diría a las tales personas: Yo sigo
el camino de Dios y no el vuestro. Lo que he dicho o escrito en
forma de testimonio o reprensión no ha sido expresado con exceso
de claridad.
Dios me ha dado mi obra, y tengo que enfrentarla en el día
del juicio. Los que han escogido su propio camino, que se han
[19]
sublevado en contra de los claros testimonios que les fueron dados y
que han procurado debilitar la fe de otros en ellos, han de arreglar
sus cuentas con Dios. Yo no retracto nada. No suavizo nada para
acomodarme a sus ideas o excusar sus defectos de carácter. No he
hablado con la claridad que el caso merecía. Quienes de alguna
manera le roben fuerza a las agudas reprensiones que Dios me ha
pedido que comunique, tendrán que hacer frente a su obra en el
juicio.
Hace algunas semanas, viéndome cara a cara con la muerte,
contemplé de cerca la eternidad. Si el Señor tiene a bien levantarme
de mi estado actual de debilidad, espero, mediante la gracia y fuerza
que viene de arriba, poder comunicar fielmente las palabras que él
me dé. Durante toda mi vida, al tener que comunicar los testimonios
que Dios me ha dado, se me ha hecho terriblemente difícil herirle los
sentimientos a nadie, o perturbar su autoengaño. Es algo contrario a
mi naturaleza. Me ocasiona gran dolor y me cuesta muchas noches
de desvelo. Vuelvo a decir a los que han asumido la responsabilidad
de reprenderme y, en su juicio finito, proponer un camino que a ellos
les parece más sabio: No acepto vuestros esfuerzos. Dejadme con
Dios, y permitid que él me enseñe. Tomaré las palabras del Señor y
las hablaré al pueblo. No espero que todos acepten la reprensión y