Página 282 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Habéis dicho: ‘Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guar-
demos sus normas, y que andemos afligidos en presencia de Jehová
de los ejércitos?’”.
Malaquías 3:13-14
. Este ha sido el lenguaje de su
corazón; y, “de la abundancia del corazón habla la boca”. Seremos
justificados o condenados por nuestras palabras. La acusación de
los hermanos es precisamente la obra en que se ha ocupado Satanás
desde su caída. Usted ha desalentado a la iglesia que, en el mejor
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caso, tenía apenas un poco de ánimo. Ha presentado la verdad desde
casi todo punto de vista negativo. Esta es la obra que hace Satanás.
Usted no tiene ninguna razón para enorgullecerse de sus palabras,
porque sólo darán lugar a la confusión de rostro, la vergüenza y la
desesperación en el día cuando a cada persona se le pagará conforme
a las obras hechas en la carne.
Su esposa ha escuchado sus expresiones de aflicción y pesadum-
bre hasta que se ha amoldado en gran medida a sus ideas. El temor
de Jehová se ha apartado casi enteramente de los dos. Estáis ahora
sembrando semillas de incredulidad, las que rendirán una abundante
cosecha con el correr del tiempo, una siega que no os proporcionará
ningún placer. Usted se ha entregado al enemigo como agente para
conducir las almas a la duda y la incredulidad. Toda su obra ha
consistido en desparramar lejos de Cristo. Se jacta de su perspicacia
y agudeza, de su aptitud para confundir las mentes. Piensa usted
que esto es una muestra de su inteligencia; pero es la misma clase
de inteligencia que posee el príncipe de las tinieblas, y recibirá la
misma recompensa que él se está ganando por medio de su intensa
actividad y astucia. Nuestra época se inclina hacia la incredulidad,
hacia el desprecio de la santidad y la religión genuina. Este es el
plan de Satanás, y cuando usted dedica sus capacidades a fomentar
la incredulidad, es llevado cautivo por sus artificios para hacer su
obra.
Su esposa tendrá que luchar arduamente para vencer las tretas
del enemigo, para dominar sus propios defectos de carácter y subyu-
gar todas sus facultades a la voluntad de Dios, colocando sus pies
firmemente sobre la plataforma de la verdad eterna. De por sí ella
no es piadosa, y usted le ha presentado las cosas bajo una luz tan
insegura, que es dejada sin ancla, a la deriva. Puesto que no tiene
un conocimiento profundo y práctico de la fe y la esperanza, no le
proporcionan un consuelo verdadero. Ha sido muy afectada por el