Página 360 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia?
¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo
con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel? ¿y qué concierto el
templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del
Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré con ellos; y seré el
Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio
de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo
os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos
e hijas, dice el Señor Todopoderoso”
1 Corintios 7:39
;
2 Corintios
6:14-18
.
Hermana mía, ¿osará usted despreciar estas indicaciones claras
y positivas? Como hija de Dios, súbdita del reino de Cristo, compra-
da con su sangre, ¿cómo puede unirse con quien no reconoce sus
requerimientos, que no está dominado por su Espíritu? Las órdenes
que he citado, no son palabras de hombre, sino de Dios. Aunque el
compañero de su elección fuese digno en todos los demás respectos
(y me consta que no lo es), no ha aceptado la verdad para este tiem-
po; es incrédulo, y el Cielo le prohíbe unirse con él. Usted no puede
despreciar esta recomendación divina sin peligro para su alma.
Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde.
Usted escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a
creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran
esas hermosas frases. No puede ver las profundidades de la perver-
sidad oculta en el corazón. No puede mirar detrás de las escenas,
y discernir las trampas que Satanás está tendiendo para su alma.
El quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente
accesible, para disparar las saetas de la tentación contra usted. No le
conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente de sus
siervos, Satanás obra por medio de los hijos de la desobediencia. No
hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar.
Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Us-
ted agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección.
¿Puede incurrir en tales desventajas mientras pelea la batalla por la
vida eterna?
Tal vez diga: “Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarla?”
Le contesto: Si ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escri-
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turas, por lo que más quiera retráctela sin dilación, y con humildad
delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer