Página 366 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
a los obreros en este campo misionero, no en holgura y lujo, pero de
una manera sencilla y cómoda. Ellos son instrumentos de Dios y no
se debe decir o hacer nada que los desanime. Por el contrario, que
sus manos sean sostenidas y fortalecidas y sus corazones alentados.
Hay suficientes recursos en su asociación para llevar a cabo esta
obra con éxito. ¿Y permitiremos que el príncipe de las tinieblas
quede en posesión indisputable de nuestras grandes ciudades porque
cuesta algo sostener a las misiones? Que los que estén dispuestos a
seguir a Cristo se pongan plenamente a la altura de la obra, aunque
tengan que hacerlo por encima de la cabeza de los ministros y el
presidente. Los que en una obra como ésta dicen: “Ruego que me
disculpen”, deben cuidarse de que no sean dados de alta ahora y
por la eternidad. Que los cristianos que aman el deber levanten cada
onza que puedan y que luego miren hacia Dios en procura de más
fuerza. El obrará a través de los esfuerzos de hombres y mujeres
cabales y hará lo que ellos no pueden hacer. Nueva luz y nuevo
poder les será dado a medida que utilizan los medios que tienen a su
disposición. Nuevo fervor y nuevo celo conmoverán a la iglesia al
ver que algo se ha logrado.
Nuestro espíritu se regocija cuando contemplamos lo que se
puede hacer; pero nos sonrojamos ante nuestro Creador al pensar en
lo poco que se ha hecho. Los pastores han descuidado las responsa-
bilidades que Dios les ha dado; se han vuelto estrechos y faltos de fe
y han dado lugar a una imperdonable cobardía, pereza y codicia. No
se han dado cuenta de la magnitud y la importancia de la obra. Se
necesitan hombres de visión consagrada que vean y entiendan los
designios divinos. Entonces el estandarte de la piedad será puesto
en alto y habrá verdaderos misioneros que estarán dispuestos a sa-
crificarse en favor de la verdad. No hay lugar dentro de la iglesia de
Dios para hombres y mujeres egoístas y amantes de la comodidad,
sino que el llamado es para hombres y mujeres que se esfuercen por
implantar el estandarte de la verdad en medio de nuestras grandes
ciudades, en las grandes avenidas de tránsito.
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Hay un mundo que amonestar y con humildad debiéramos tra-
bajar según Dios nos dé capacidad. Pónganse todos los Estados a
la altura de la obra. ¿Qué derecho tienen las personas con ideas
estrechas, y no consagradas, de dictar lo que la asociación debe o no
hacer? La misión de _____ no será dejada enteramente a su Estado,