Página 442 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
en sábado, y demostraron que los hombres pueden prepararse para
desempeñar los deberes del médico sin chasquear las expectativas
de aquellos que les proporcionaron recursos con que obtener su
educación. Como Daniel, honraron a Dios, y él los guardó. Daniel
se propuso en su corazón no adoptar las costumbres de las cortes
reales; no quiso comer de las viandas del rey ni beber de su vino;
buscó en Dios fuerza y gracia, y Dios le dio sabiduría, capacidad y
conocimiento sobre los astrólogos, magos y hechiceros del reino.
En él se verificó la promesa: “Yo honraré a los que me honran”.
1
Samuel 2:30
.
El médico joven tiene acceso al Dios de Daniel. Por la gracia y el
poder divinos, puede llegar a ser tan eficiente en su vocación como
Daniel en su exaltada posición. Pero es un error hacer de la prepa-
ración científica lo de suma importancia y descuidar los principios
religiosos que son el mismo fundamento del éxito en el ejercicio de
la profesión. A muchos se los alaba como hombres hábiles en su
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profesión, a pesar de que desprecian la idea de que necesitan confiar
en Jesús para obtener sabiduría en su trabajo. Pero si estos hombres
que confían en sus conocimientos de la ciencia fuesen iluminados
por la luz del cielo, ¡a cuánta mayor excelencia podrían alcanzar!
¡Cuánto más fuertes serían sus facultades, con cuánta mayor con-
fianza podrían atender los casos difíciles! El hombre que se vincula
estrechamente con el gran Médico del alma y del cuerpo, tiene a
su disposición los recursos del cielo y de la tierra, y puede obrar
con una sabiduría y una precisión infalibles, que el impío no puede
poseer.
Aquellos a quienes se ha encomendado el cuidado de los enfer-
mos, bien sea en calidad de médicos o enfermeras, deben recordar
que su obra deberá resistir el escrutinio del ojo penetrante de Jehová.
No hay campo misionero más importante que aquel que ocupa el
médico fiel y temeroso de Dios. No hay otro campo en el que un
hombre pueda realizar mayor bien o ganar más joyas que brillarán
en la corona de su gozo. Puede llevar la gracia de Cristo, cual suave
perfume, a todos los cuartos de los enfermos que visite; puede llevar
el verdadero bálsamo sanador al alma enferma de pecado, dirigir los
enfermos y los moribundos al Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo. No debiera hacer caso a la insinuación de que es peligro-
so hablar acerca de los intereses eternos con aquellos cuyas vidas