Página 459 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La iglesia es la luz del mundo
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zón”
Lucas 12:33, 34
. Los que inmovilizan sus recursos en grandes
casas, en tierras, en empresas mundanales, dicen por sus acciones:
“Dios no los puede tener; los quiero para mí”. Han envuelto su único
talento en un lienzo, y lo han ocultado en la tierra. Los tales tienen
motivo para alarmarse.
Hermanos, Dios no nos ha confiado recursos para que los de-
jemos ociosos, ni para que los retengamos codiciosamente o los
ocultemos, sino para que los empleemos en hacer progresar su cau-
sa, en salvar las almas de los que perecen. No es ahora tiempo para
invertir dinero del Señor en vuestros costosos edificios y vuestras
grandes empresas, mientras su causa se ve estorbada y debe avanzar
mendigando, con su tesorería suplida a medias. El Señor no aprueba
esa manera de trabajar. Recordad que se acerca rápidamente el día
en que se dirá: “Da cuenta de tu mayordomía”.
Lucas 16:2
. ¿No
podéis discernir las señales de los tiempos?
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Cada día que pasa nos acerca más al grande e importante día
final. Estamos un año más cerca del juicio, más cerca de la eternidad,
de lo que estábamos al principio de 1884. ¿Nos estamos acercando
también más a Dios? ¿Estamos velando en oración? Otro año del
tiempo en que podemos trabajar ha pasado a la eternidad. Cada día
hemos estado asociados con hombres y mujeres que van encami-
nados hacia el juicio. Cada día puede haber sido la línea divisoria
para algún alma; alguno puede haber hecho la decisión que determi-
nará su destino futuro. ¿Cuál ha sido nuestra influencia sobre estos
compañeros de viaje? ¿Qué esfuerzos hemos hecho para llevarlos a
Cristo?
Es algo solemne morir, pero es mucho más solemne vivir. Cada
pensamiento, palabra y acción de nuestra vida volverá a confrontar-
nos. Tendremos que seguir siendo durante toda la eternidad lo que
nos hayamos hecho durante el tiempo de gracia. La muerte provoca
la disolución del cuerpo, pero no produce cambio alguno en nuestro
carácter, ni lo cambia tampoco la venida de Cristo; tan sólo lo fija
para siempre sin posibilidad de cambio.
Vuelvo a invitar a los miembros de la iglesia a ser cristianos,
a ser como es Cristo. Jesús no trabajaba para sí mismo sino para
los demás. Trabajaba para bendecir y salvar a los perdidos. Si sois
cristianos, imitaréis su ejemplo. El echó el fundamento, y nosotros
edificamos con él. Pero ¿qué material estamos poniendo sobre este