Página 481 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

La unidad y el amor en la iglesia
477
sin valor es la justicia llena de importancia y suficiencia propias con
que se han satisfecho.
Me siento instada por el Espíritu del Señor a deciros que ahora
es vuestro día de privilegio, de confianza, de bendición. ¿Lo apro-
vecharéis? ¿Estáis trabajando para la gloria de Dios, o por intereses
egoístas? ¿Estáis pensando mayormente en las perspectivas brillan-
tes del éxito mundanal que os puedan proporcionar satisfacción y
ganancia financiera? En tal caso, os veréis chasqueados acerbamente.
Pero si procuráis vivir una vida pura y santa, y aprendéis diariamente
en la escuela de Cristo las lecciones que os ha invitado a aprender y
sois mansos y humildes de corazón, entonces tendréis una paz que
no podrá cambiar ninguna circunstancia de este mundo.
La vida que se vive en Cristo es una vida llena de reposo. La
inquietud, el descontento y la agitación revelan la ausencia del Sal-
vador. Si hacéis entrar a Jesús en vuestra vida, ésta se llenará de
obras buenas y nobles para el Maestro. Os olvidaréis de serviros a
vosotros mismos, y viviréis siempre más cerca del amado Salvador;
[461]
vuestro carácter se volverá semejante al de Cristo, y cuantos os ro-
deen conocerán que habéis estado con Jesús aprendiendo de él. Cada
uno posee en sí mismo la fuente de su propia felicidad o desgracia.
Si quiere, puede elevarse por encima del bajo sentimentalismo que
constituye la experiencia de muchos: pero mientras esté henchido de
sí mismo, nada puede hacer el Señor por él. Satanás nos presentará
proyectos ambiciosos para deslumbrar nuestros sentidos, pero debe-
mos recordar siempre el “premio de la soberana vocación de Dios en
Cristo Jesús”.
Filipenses 3:14
. Llenad esta vida con todas las buenas
obras que os sea posible hacer. “Y los entendidos resplandecerán
como el resplandor del firmamento; y los que enseñan a justicia la
multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.
Daniel 12:3
.
Si nuestras vidas rebosan de santa fragancia, si honramos a Dios
albergando buenos pensamientos hacia los demás, y hacemos buenas
obras para beneficiar a otros, no tendrá importancia que vivamos en
una choza o en un palacio. Las circunstancias tienen poco que ver
con lo que experimenta el alma. El espíritu que albergamos es lo que
da color a todas nuestras acciones. No se puede hacer desdichado
al hombre que está en paz con Dios y sus semejantes. No habrá
envidia en su corazón; no hallarán allí cabida las malas sospechas;
no podrá existir odio en él. El corazón que está en armonía con Dios