Página 496 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
insinuó en las mentes de nuestros primeros padres el deseo por el
pensamiento especulativo, por medio del cual declaró que ellos me-
jorarían su condición grandemente; pero, para lograrlo, deberían
seguir por un camino contrario a la santa voluntad de Dios, por
cuanto Dios no los conduciría a alturas mayores. No era el propósito
de Dios que ellos obtuvieran un conocimiento que se basara en la
desobediencia. Satanás procuraba dirigir a Adán y Eva por un campo
ancho, y abre hoy ese mismo campo ante el mundo por medio de
sus tentaciones.
Vosotros estáis propagando la idea de que la educación debe
permanecer como obra independiente. Esta mezcla de asuntos reli-
giosos y doctrinas bíblicas con la educación de carácter científico,
vosotros la considerasteis como una desventaja dentro de nuestro
sistema de educación y como un impedimento en la obra de pasar
a nuestros alumnos a los niveles más elevados de conocimiento
científico.
La mayor razón porque tan pocos de los hombres grandes del
mundo y de aquellos que han recibido una educación universitaria
llegan a obedecer los mandamientos de Dios, es que han separado la
educación y la religión, pensando que cada una debiera ocupar un
campo aparte por sí sola. Dios ofreció un campo lo suficientemente
amplio para perfeccionar el conocimiento de todos los que entren en
él. Este conocimiento habría de obtenerse bajo la supervisión divina;
estaba circundado por la ley inmutable de Jehová, y el resultado
hubiera sido la dicha perfecta.
Dios no creó el mal. Sólo hizo lo bueno, que era semejante a sí
mismo. Pero Satanás no quedaría satisfecho con conocer y hacer la
voluntad de Dios. Su curiosidad se esforzaba por extenderse a lo que
Dios no se proponía que él conociese. El mal, el pecado y la muerte
no fueron creados por Dios; son el resultado de la desobediencia, la
cual tuvo su origen en Satanás. Pero el conocimiento del mal que hay
ahora en el mundo fue introducido por la astucia de Satanás. Estas
son lecciones duras y costosas; pero los hombres las aprenderán, y
muchos nunca quedarán convencidos de que es una dicha ignorar
cierta clase de conocimiento, el que brota de los deseos frustrados
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y los propósitos no consagrados. Los hijos e hijas de Adán son tan
plenamente curiosos y presuntuosos como lo fue Eva al buscar el
conocimiento prohibido. Alcanzan una experiencia, un conocimiento