Peligros que encaran los jóvenes
Hermano D,
Mis oraciones ascienden ante Dios en favor suyo, y el amor
que tengo por su alma me insta a escribirle otra vez. Me siento
profundamente dolorida por su caso, no porque lo vea como persona
perseguida, sino más bien engañada y desviada, que no tiene la
semejanza de Cristo en su alma, y que se está engañando a sí mismo
hacia una ruina segura.
Si tuviera usted la causa de Dios en su corazón, comprendería en
la acción que los hermanos han tomado en relación con su persona,
que solamente han cumplido su deber. Usted habla de irse a __-
___ para demostrar que puede ser hombre. Todo lo que le piden
quienes ocupan puestos de responsabilidad en la oficina es que usted
demuestre que es hombre en el lugar donde se encuentra; que no se
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degrade asociándose con pecadores; y que no se una con ellos en
prácticas malsanas. Deje de compadecerse de sí mismo, y piense en
el Redentor del mundo. Considere el sacrificio infinito que él hizo en
favor de la humanidad, y luego piense en el chasco que experimenta
si después de haber hecho semejante sacrificio en favor del hombre,
éste escoge aliarse con quienes odian a Cristo y la justicia, y participa
con ellos en la gratificación del apetito, acarreando sobre sí la ruina
eterna.
Pero usted me ha escuchado decir estas cosas; las ha leído cuando
le he escrito acerca de ellas, y sin embargo, no han hecho efecto en
su corazón y su vida. Ha afirmado su corazón contra el bien y lo ha
abierto al mal. Se ha colocado en el sendero del enemigo y no tiene
cómo asirse de Dios para poder resistir sus tentaciones. Supongamos
que usted rompiese del todo sus relaciones con _____, impulsado
por su deseo de represalia, porque sus hermanos le han dicho la
verdad, ¿a quién haría daño, a usted o a ellos? Si así procede, les
causará aflicción, pero de todas maneras la obra seguirá adelante.
Dios está levantando obreros por todos lados; él no depende de usted
ni de ningún otro hombre para llevar a cabo su obra. Si su corazón
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