Página 532 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
en peligro de seguir en una conducta de pecado que terminará en la
perdición. Hay esperanza para cada uno de nosotros, pero únicamen-
te de una manera, a saber, vinculándonos con Cristo, y ejercitando
toda energía para alcanzar la perfección de su carácter.
La religión que hace del pecado un asunto liviano, espaciándose
en el amor de Dios hacia el pecador sin tener en cuenta sus accio-
nes, sólo consigue estimular al pecador a creer que Dios le recibirá
aunque continúe haciendo lo que sabe que es pecado. Esto es lo
que están haciendo algunos que profesan creer la verdad presente.
Mantienen la verdad apartada de la vida, y ésta es la razón por la
cual no tiene poder para convencer y convertir el alma.
Dios me ha mostrado que la verdad tal como es en Jesús no ha
penetrado nunca en la vida de algunos en California. No tienen la
religión de la Biblia. Nunca han sido convertidos. Y a menos que
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su corazón sea santificado por la verdad que han aceptado, serán
atados con la cizaña porque no llevan racimos de precioso fruto para
demostrar que son pámpanos de la vid viviente.
“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto
que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus
pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia,
y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
Isaías 55:6, 7
.
La vida de muchos demuestra que no tienen relación viva con Dios.
Se dejan arrastrar por la corriente del mundo. No tienen, en realidad,
parte ni suerte con Cristo. Aman las diversiones, y están llenos de
ideas, planes, esperanzas y ambiciones egoístas. Sirven al enemigo
pretendiendo seguir a Dios. Están sirviendo a un amo y prefieren
esa servidumbre, haciéndose esclavos voluntarios de Satanás.
La falsa idea que muchos conservan, de que es perjudicial im-
poner restricciones a los niños, está arruinando a miles y millares.
Satanás se posesionará seguramente de los niños si no estamos en
guardia. No estimulemos su asociación con los impíos. Apartémos-
los. Salgamos de entre los tales nosotros mismos, y demostrémosles
que estamos de parte del Señor.
¿No querrán aquellos que aseveran ser hijos del Altísimo, elevar
la norma, no simplemente mientras están reunidos en congregación,
sino todo el tiempo? ¿No estaréis de parte del Señor y le serviréis
con pleno propósito de corazón? Si hacéis como hicieron los hijos de
Israel, abandonando los expresos requerimientos de Dios, recibiréis