Página 540 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
no habrá traición del cometido sagrado; no cederá ante nadie, sino
ante Dios; hay una ley, y Abraham la guardará; ninguna emoción
ciega empañará su sentido del bien ni se interpondrá entre Dios y
las almas de sus hijos; ese tiempo de indulgencia, que es la crueldad
más atroz, no hará que Abraham se extravíe.
Tanto los padres como los hijos pertenecen a Dios para ser go-
bernados por él. Por una combinación de amor y autoridad, Abraham
gobernó su hogar. La Palabra de Dios nos ha dado reglas para con-
ducirnos. Estas reglas constituyen la norma de la cual no podemos
desviarnos si hemos de mantenernos en el camino del Señor. La
voluntad de Dios debe ocupar el primer lugar. No debemos pregun-
tarnos lo que han hecho los demás, lo que pensarán mis parientes, o
lo que dirán de mí si sigo por este camino, sino más bien, “¿Qué ha
dicho Dios?” Ni padre ni hijo podrá verdaderamente prosperar en
ningún camino, a menos que sea el camino del Señor.
Doy gracias porque usted tiene hijos nobles que procuran andar
en los caminos del Señor; pero espero que pueda discernir más clara-
mente cuál sea su deber con respecto a sus amistades. Esto determi-
nará si usted está creciendo espiritualmente, o si está empequeñecida
en su vida religiosa. Los estrictos dictados de su conciencia tienen
que ser obedecidos, aunque sea difícil; y esto le ayudará a crecer en
fuerza moral. Los deberes a menudo son cruces que debemos llevar.
La oración y la alabanza a Dios no siempre se ofrecen sin una lucha.
La abnegación y el llevar la cruz yacen directamente en el camino
que debemos transitar si es que hemos de llegar a las puertas de la
ciudad de Dios. Jesús ha mostrado el camino; ¿lo seguiremos?
Hemos de ser obreros juntamente con Dios, no sólo para nues-
tra propia salvación, sino para que hagamos todo lo que podamos
en favor de la salvación de otros. De esa manera nos convertimos
en socios dentro del gran plan de redención, y con el tiempo en
partícipes en el eterno peso de gloria. Dios le pide que prosiga en
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su camino “hacia la meta, para conseguir el premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Filipenses 3:14
. Que el Señor
la bendiga, es mi oración. Pero recuerde que si está usted unida a
Cristo, debe colaborar con él. Nuestra devoción y nuestros deberes
religiosos se reducirán al nivel de nuestros intereses personales, a
menos que seamos diariamente participantes del espíritu de Cris-