Página 539 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Influencias mundanales
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El mundo está ocupado, ansioso y dedicado. El mal es seguido
asiduamente como si fuera justicia, el error como si fuera verdad y
el pecado como si fuera santidad. Las tinieblas cubren la tierra, y
grande oscuridad los pueblos. ¿Y acaso dormirá el pueblo de Dios
en un tiempo como este? ¿Se mantendrán en silencio aquellos que
poseen la verdad, como si estuviesen paralizados? Los incrédulos
declaran que si creyesen lo que los cristianos profesan creer, tendrían
mayor entusiasmo que ellos. Si creemos que el fin de todas las cosas
se acerca, “¡qué clase de personas debéis ser en vuestra conducta
santa y en piedad!”
2 Pedro 3:11
.
Toda alma que en realidad cree la verdad lo demostrará por
medio de obras correspondientes. Todos serán fervientes y graves,
e incansables en sus esfuerzos por ganar almas para Cristo. Si la
verdad desde un principio se siembra profundamente en sus pro-
pias almas, entonces procurarán implantarla en el corazón de otros.
La verdad se mantiene demasiado en el atrio exterior. Trasladad-
la al templo interior del alma, entronizadla en el corazón, y dejad
que domine vuestra vida. La Palabra de Dios debe ser estudiada
y obedecida, luego el corazón hallará descanso, paz y gozo, y las
aspiraciones se inclinarán hacia el cielo; pero cuando la verdad se
mantiene separada de la vida, en el atrio exterior, el corazón no
recibe el calor ni el brillo del fuego de la bondad de Dios.
Hay muchos que reservan la religión de Jesús para ciertos días y
ciertas ocasiones, y en otros tiempos es puesta a un lado y olvidada.
El principio duradero de la verdad no es meramente para las pocas
horas del sábado ni se limita a unos cuantos actos de caridad, sino
que ha de introducirse en el corazón para refinar y santificar el
carácter. Si hay un momento en que el hombre esté seguro sin esta
luz y fuerza especial procedente del cielo, entonces puede prescindir
de la verdad de Dios. La Biblia, la Palabra pura y santa de Dios,
debe ser su consejera y guía, el poder dominante de su vida. Ella nos
brinda sus lecciones, si es que les damos importancia.
Abraham era un hombre favorecido por Dios. El Señor dijo:
“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que
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guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio”.
Génesis
18:19
. Abraham fue honrado por Dios porque cultivó la religión en
la familia e hizo que el temor de Dios penetrase en toda su casa. Es
Dios quien dice: “Yo sé que él
mandará
”, es decir, que de su parte