Página 542 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Necesidades de nuestras instituciones
De vez en cuando me he sentido impelida por el Espíritu del
Señor a dar testimonio respecto a la necesidad de conseguir el me-
jor talento para emplearlo en las diferentes instituciones y otros
departamentos de la causa. Hasta el presente no se ha ejercido cui-
dado suficiente para conseguir el mejor talento para usarlo en las
diversas fases de la obra. Los que llevan responsabilidades tienen
que ser hombres a quienes Dios pueda instruir y a quienes él pueda
honrar con sabiduría y entendimiento, como a Daniel. Han de ser
pensadores, hombres que lleven la estampa de Dios y que crezcan
constantemente en santidad, en dignidad moral y en la comprensión
de su trabajo. Han de ser hombres de oración, hombres que suban
al monte y contemplen la gloria de Dios y el esplendor de los seres
celestiales, a quienes Dios haya ungido para que asuman el cargo
de su obra. Entonces, como Moisés, seguirán el modelo que les fue
dado sobre el monte; y estarán despiertos para obtener y vincular
con la obra el mejor talento que se pueda conseguir. Si es que son
hombres que crecen y poseen una inteligencia santificada; si escu-
chan la voz de Dios y procuran aprovechar todo rayo de luz que
procede del cielo, cual el sol seguirán un camino recto, y crecerán
en sabiduría y en el favor de Dios.
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El departamento de publicaciones es un ramo importante de la
obra de Dios, y todos los que están relacionados con él deben sentir
que ha sido establecido por Dios y que el cielo entero está interesado
en él. Especialmente aquellos que tienen voz en la administración
de la obra deben tener una mente amplia y un criterio santificado.
No deben malgastar el dinero del Señor por falta de juicio o tacto en
los negocios; ni tampoco deben cometer el error de limitar la obra
mediante la adopción de planes estrechos o por encomendarla en
manos de hombres de habilidad limitada.
Repetidas veces se me ha manifestado que todas nuestras insti-
tuciones deben ser administradas por hombres de carácter espiritual
y que no inmiscuyan sus propias ideas y planes defectuosos con su
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