Página 569 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El estudio diario de la Biblia es necesario
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Cristo dijo: “Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y
bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el
día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo
por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí”.
Juan 6:53-57
. ¿Cuántos de los que están trabajando en palabra y en
doctrina están comiendo la carne de Cristo y bebiendo su sangre?
¿Cuántos pueden comprender este misterio? El Salvador mismo
explica este asunto: “El espíritu es el que da vida; la carne nada
aprovecha: las
palabras
que yo os he hablado, son
espíritu
, y son
vida
”.
vers. 63
. La Palabra de Dios debe estar entretejida con el
carácter vivo de los que la creen. La única fe vital es la que recibe y
asimila la verdad hasta que es parte del ser y el poder motor de la
vida y la acción. Jesús es llamado el Verbo de Dios. Aceptó la ley de
su Padre, desarrolló sus principios en su vida, manifestó su espíritu
y demostró su poder benéfico en el corazón. Dice Juan: “Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Juan 1:14
.
Los que siguen a Cristo deben participar de su experiencia. De-
ben asimilar la Palabra de Dios. Deben ser cambiados a su semejanza
por el poder de Cristo y reflejar los atributos divinos. Deben comer
la carne y beber la sangre del Hijo de Dios, o no hay vida en ellos.
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El espíritu y la obra de Cristo deben llegar a ser el espíritu y la obra
de sus discípulos.
No es suficiente
predicar
la verdad; debe ser puesta en práctica
en la vida. Cristo debe morar en nosotros, y nosotros en él a fin
de hacer la obra de Dios. Cada uno debe tener una experiencia
individual y realizar esfuerzos personales para alcanzar a las almas.
Dios requiere de cada uno que consagre todas sus facultades a la
obra y que por un esfuerzo continuo se eduque para hacer esa obra
aceptablemente. Espera que cada uno lleve la gracia de Cristo a
su corazón, a fin de ser una luz brillante y resplandeciente para el
mundo. Si los que trabajan para Dios adiestran todas sus facultades
cabalmente, podrán trabajar comprensivamente, con toda sabiduría,
y Dios responderá seguramente a sus esfuerzos por elevar, refinar