Página 610 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
luego a otro dirigente durante algunas semanas; y así diferentes per-
sonas serán alistadas en la obra, y después de una prueba apropiada,
alguien debe ser elegido por acuerdo de la iglesia, para que sea el
dirigente reconocido, aunque nunca habrá de ser elegido por más de
un año. Luego se puede elegir a otro, o él mismo puede ser reelegido,
si su servicio ha resultado en bendición para la iglesia. El mismo
principio ha de seguirse al elegir a otros hombres para diferentes
puestos de responsabilidad, como los cargos de la Asociación. No
deben elegirse como presidentes de las asociaciones hombres que
no han sido probados. Muchos no ejercen el debido discernimiento
en estos asuntos importantes, que entrañan intereses eternos.
Profesamos ser depositarios de la ley de Dios; aseveramos tener
mayor luz, y procuramos una norma más alta que la de cualquiera
de los otros pueblos de esta tierra; por lo tanto debemos manifestar
mayor perfección de carácter y más fervorosa devoción. Un men-
saje muy solemne ha sido confiado a los que han recibido la luz de
la verdad presente. Nuestra luz debe resplandecer para iluminar la
senda de los que están en tinieblas. Como miembros de la iglesia
visible y obreros en la viña del Señor, todos los que profesan el
cristianismo deben hacer cuanto pueden para conservar la paz, la
armonía y el amor en la iglesia. Tomemos nota de la oración de
Cristo: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre en mí,
y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; para que
el mundo crea que tú me enviaste”.
Juan 17:21
. La unidad de la
iglesia es la evidencia convincente de que Dios ha enviado al mundo
a Jesús como su Redentor. Este es un argumento que los mundanos
no pueden controvertir. Por lo tanto, Satanás está obrando constante-
mente para impedir esta unión y armonía, a fin de que los incrédulos,
al presenciar la apostasía, la disensión y la contienda entre los que
profesan ser cristianos, se disgusten con la religión y sean confir-
mados en su impenitencia. Dios queda deshonrado por aquellos que
profesan la verdad, mientras están en divergencia y enemistad unos
con otros. Satanás es el gran acusador de los hermanos y todos los
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que participan de esta obra se hallan alistados en su servicio.
Profesamos tener más verdad que las otras denominaciones; pero
si esto no nos lleva a una mayor consagración, a una vida más pura
y santa, ¿de qué beneficio nos resulta? Sería mejor para nosotros no