Página 640 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La presencia de Dios es real
Estimado hermano Q,
Me es grato que esté hoy en _____, y si usted cumple con su
cometido, será en verdad el hombre que se necesita allí. Mantenga
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el yo escondido; no lo deje manifestarse para echar a perder la obra,
aunque eso sería natural. Ande humildemente con Dios. Trabajemos
por el Maestro con energía desinteresada, manteniendo delante de
nosotros un sentido de la constante presencia de Dios. Pensemos en
Moisés, en la paciencia y longanimidad que caracterizaban su vida.
Pablo, en su epístola a los hebreos, dice: “Porque se sostuvo como
viendo al Invisible”.
Hebreos 11:27
. El carácter que Pablo atribuía
así a Moisés no significa ofrecer simplemente una resistencia pasiva
al mal, sino perseverar en lo bueno. El tuvo al Señor siempre en su
pensamiento, y el Señor estaba siempre a su diestra para ayudarle.
Moisés tenía un profundo sentido de la presencia personal de
Dios. No miraba solamente al futuro lejano esperando que Cristo
se manifestase en la carne, sino que veía a Cristo acompañando de
una manera especial a los hijos de Israel en todos sus viajes. Dios
era real para él, siempre presente en sus pensamientos. Cuando se le
interpretaba erróneamente, cuando estaba llamado a arrostrar peli-
gros y soportar insultos por amor de Cristo, los sufría sin represalias.
Moisés creía en Dios, como en Aquel a quien necesitaba, y quien
le ayudaría por causa de su necesidad. Dios era para él un auxilio
presente.
Mucha de la fe que vemos es meramente nominal; escasea la fe
verdadera, confiada y perseverante. Moisés confirmó en su propia
experiencia la promesa de que Dios será galardonador de aquellos
que le buscan diligentemente. Tenía respeto por la recompensa del
galardón. En esto hay otro punto de la fe que deseamos estudiar:
Dios recompensará al hombre de fe y obediencia. Si esta fe penetra
en la experiencia de la vida, habilitará a cada uno de los que temen y
aman a Dios para soportar pruebas. Moisés estaba lleno de confianza
en Dios, porque tenía una fe que se apropiaba de sus promesas.
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