La presencia de Dios es real
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Necesitaba ayuda, oraba por ella, se aferraba a ella por la fe, y
entretejía en su experiencia la creencia de que Dios le cuidaba. Creía
que Dios regía su vida en particular. Veía y reconocía a Dios en
todo detalle de su vida, y sentía que estaba bajo el ojo del que lo
ve todo, que pesa los motivos y prueba el corazón. Miraba a Dios,
y confiaba en que él le daría fuerza para vencer toda tentación.
Sabía que le había sido asignada una obra especial, y deseaba, en
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cuanto fuese posible, cumplir cabalmente esa obra. Pero sabía que
no podía hacerlo sin ayuda divina; porque tenía que tratar con un
pueblo perverso. La presencia de Dios bastaba para hacerle atravesar
las situaciones más penosas en las cuales un hombre pudiera ser
colocado.
Moisés no pensaba simplemente en Dios; le veía. Dios era la
constante visión que había delante de él; nunca perdía de vista
su rostro. Veía a Jesús como su Salvador, y creía que los méritos
del Salvador le serían imputados. Esta fe no era para Moisés una
suposición; era una realidad. Esa es la clase de fe que necesitamos: la
fe que soportará la prueba. ¡Oh, cuántas veces cedemos a la tentación
porque no mantenemos nuestros ojos puestos en Jesús! Nuestra fe no
es continua, porque, por la complacencia propia pecamos, y luego no
podemos mantenernos “como viendo al Invisible”.
Hebreos 11:27
.
Hermano mío, haga de Cristo su compañero de todos los días,
de cada hora, y no se quejará de no tener fe. Contemple a Cristo.
Mire su carácter. Hable de él. Cuanto menos ensalce el yo, tanto
más encontrará algo que ensalzar en Jesús. Dios tiene una obra para
usted. Tenga al Señor siempre presente en su recuerdo. Hermano y
hermana Q., elevaos siempre más para tener visiones más claras del
carácter de Cristo. Cuando Moisés oró: “Ruégote que me muestres
tu gloria”, el Señor no lo reprendió, sino que le concedió lo que le
pedía. Dios declaró a su siervo: “Yo haré pasar todo mi bien delante
de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti”.
Éxodo
33:18, 19
. Nos mantenemos separados de Dios, y ésta es la razón
por la cual no vemos la revelación de su poder.
La presencia de Cristo en el aula de clase
Hermano mío, hermana mía, que el Señor os imparta sabiduría a
ambos, para que sepáis cómo tratar con otras mentes. Que el Señor