Página 650 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
“Los pecadores arrepentidos no tienen motivo para desesperar
porque se les recuerden sus transgresiones y se les advierta su peli-
gro. Estos mismos esfuerzos hechos en su favor demuestran cuánto
los ama Dios y desea salvarlos. Tienen tan sólo que seguir su consejo
y hacer su voluntad para heredar la vida eterna. Dios presenta los
pecados de sus hijos errantes para que puedan contemplarlos en toda
su enormidad a la luz de la verdad divina. Entonces les incumbe
el deber de renunciar a ellos para siempre. Si el pueblo de Dios
quiere reconocer su manera de tratar con él y aceptar sus enseñanzas,
hallará una senda recta para sus pies, y una luz que lo conducirá a
través de las tinieblas del desaliento”.
“Las amonestaciones y los reproches no son dados a los que
yerran entre los adventistas del séptimo día porque su vida merezca
más censura que la de los que profesan ser cristianos en las iglesias
nominales, ni porque su ejemplo o sus actos sean peores que los de
los adventistas que no quieren obedecer los requerimientos de la ley
de Dios; sino porque tienen gran luz, y han asumido por su profesión
la posición de pueblo especial y escogido de Dios, teniendo su ley
escrita en su corazón. Ellos manifiestan su lealtad al Dios del cielo
obedeciendo las leyes de su gobierno. Son representantes de Dios en
la tierra. Cualquier pecado que haya en ellos los separa de Dios, y
de una manera especial deshonra su nombre, dando a los enemigos
de su santa ley ocasión de vilipendiar su causa y su pueblo, al que
ha llamado a ser ‘linaje escogido, real sacerdocio, gente santa’, para
que manifiesten las alabanzas de Aquel que los ha llamado de las
tinieblas a su luz admirable...
“El Señor reprende y corrige a aquellos que profesan guardar
su ley. Les señala sus pecados y les revela su iniquidad, porque
desea que se separen de todo pecado e iniquidad, a fin de poder
perfeccionar la santidad en su temor. Los reprende y corrige, a fin
de que sean refinados, santificados, elevados, y finalmente exaltados
a su propio trono”.
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“He estado revisando los
Testimonios
dados para los observado-
res del sábado, y me asombran la misericordia de Dios y su cuidado
por su pueblo al darles tantas amonestaciones para señalar sus peli-
gros, y presentarles la exaltada posición que él quiere que ocupen.
Si quieren mantenerse en su amor y separarse del mundo, derramará
sobre ellos sus bendiciones especiales y hará resplandecer su luz en