Página 649 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

Naturaleza e influencia de los testimonios
645
“Me fue mostrado que en la sabiduría de Dios los errores y peca-
dos de todos no serían revelados... Estos testimonios individuales se
dirigen a todos los culpables, aunque los nombres de éstos no estén
incluidos en el testimonio especial que se haya dado; si las personas
pasan por alto y cubren sus propios pecados porque sus nombres no
han sido mencionados especialmente, Dios no las prosperará. No
podrán adelantar en la vida divina, sino que se hundirán siempre
más en las tinieblas hasta que la luz del cielo les sea completamente
retraída”
En una visión que me fue dada hace como veinte años, “me fue
ordenado que presentara principios generales, al hablar y escribir, y
al mismo tiempo especificara los peligros, errores y pecados de algu-
nas personas, para que todos pudiesen ser amonestados, reprendidos
y aconsejados. Vi que todos deben escudriñar su corazón y vida de-
tenidamente, para ver si no han cometido los mismos errores por los
cuales otros fueron corregidos, y si las amonestaciones dadas para
otros no se aplican a su propio caso. Si así sucede, deben sentir que
las reprensiones y el consejo fueron dados especialmente para ellos,
y deben darles una aplicación tan práctica como si se les hubiesen
dirigido especialmente... Dios quiere probar la fe de todos los que
aseveran seguir a Cristo. El probará la sinceridad de las oraciones de
todos aquellos que aseveran desear fervientemente conocer su deber.
Les presentará claramente su deber. Les dará amplia oportunidad de
desarrollar lo que está en su corazón”.
El propósito de los testimonios
“En los tiempos antiguos Dios habló a los hombres por la boca de
los profetas y apóstoles. En estos días les habla por los
Testimonios
de su Espíritu. Nunca hubo un tiempo en que Dios instruyera a su
pueblo más fervientemente de lo que lo instruye ahora acerca de su
voluntad y de la conducta que quiere que siga”.
[621]
“El Señor ha visto propio darme una visión de las necesidades y
los errores de su pueblo. Por doloroso que me haya sido, he presenta-
do fielmente a los ofensores sus faltas y los medios de remediarlas...
Así ha pronunciado el Espíritu de Dios amonestaciones y juicios,
aunque sin retener la dulce promesa de misericordia...