Página 648 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
de la necesidad de hacer esto, dije: “No conozco ninguna manera
mejor de presentar mis visiones de los peligros y errores generales,
así como el deber de todos los que aman a Dios y guardan sus man-
damientos, que dando estos testimonios. Tal vez no hay manera más
directa y vigorosa de presentar lo que el Señor me ha mostrado”.
En una visión que me fue dada el 12 de junio de 1868, me fue
mostrado algo que justificaba plenamente mi conducta al publicar los
testimonios personales. “Cuando el Señor elige casos individuales y
especifica sus errores, otros, que no han sido mostrados en visión,
suponen frecuentemente que ellos están en lo recto, o casi. Si uno
es reprendido por un mal especial, los hermanos y las hermanas
deben examinarse cuidadosamente a sí mismos para ver en qué han
faltado y en qué han sido culpables del mismo pecado. Deben poseer
el espíritu de confesión humilde. Si otros creen que tienen razón,
no por esto resulta así. Dios mira el corazón. El está probando las
almas de esta manera. Al reprender los males de uno quiere corregir
a muchos. Pero si dejan de aceptar el reproche y se lisonjean de
que Dios pasa por alto sus errores porque no los señala a ellos
especialmente, engañan sus propias almas. Quedarán envueltos en
las tinieblas, y serán abandonados a su propio camino, para seguir la
imaginación de su propio corazón.
“Muchos están obrando falsamente con su propia alma y están en
gran manera engañados acerca de su verdadera condición delante de
Dios. El emplea los medios y modos que mejor sirven a su propósito,
para probar lo que está en el corazón de los que profesan seguir-
le. Presenta claramente los errores de algunos, para que otros sean
amonestados y rehuyan esos errores. Por el examen propio pueden
descubrir que están haciendo las mismas cosas que Dios condena
en otros. Si realmente desean servir a Dios y temen ofenderle, no
esperarán que sus pecado sean especificados antes de confesarlos
y volver al Señor con humilde arrepentimiento. Abandonarán las
cosas que han desagradado a Dios, como puede verse por lo comu-
nicado a otros. Si, por el contrario, los que no andan bien ven que
son culpables de los mismos pecados que han sido reprendidos en
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otros, y sin embargo continúan en la misma conducta carente de
consagración porque no han sido nombrados especialmente, hacen
peligrar su propia alma, y serán llevados cautivos por Satanás según
su voluntad”.