Naturaleza e influencia de los testimonios
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y se me dijo que no; que tan pronto como se hubiese terminado
ésta, habría otras que debería atender. Me sentía desalentada por
la cantidad de trabajo que tenía delante de mí, y declaré que había
estado dedicada a cortar vestidos para otros durante más de veinte
años, que mis trabajos no habían sido apreciados y que no veía
que hubiesen logrado mucho beneficio. A la persona que me traía
la tela le hablé de una mujer en particular, para la cual me había
ordenado cortar un vestido. Declaré que no lo apreciaría, y que
regalárselo sería una pérdida de tiempo y de materiales. Era muy
pobre, de intelecto inferior, desaseada en sus costumbres, y pronto
lo ensuciaría.
“La persona replicó: ‘Corta los vestidos. Este es tu deber. La
pérdida no es tuya, sino mía. Dios ve no como el hombre ve. El te
indica el trabajo que quiere que hagas, y no sabes qué prosperará, si
esto o aquello’.
“Entonces alcé mis manos, callosas por el largo uso de las tijeras,
y declare que no podía menos que rehuir el pensamiento de continuar
esa clase de trabajo. La persona volvió a repetir: ‘Corta los vestidos.
No ha llegado todavía el momento de tu relevo’.
“Con sentimiento de gran fatiga me levanté para emprender mi
trabajo. Delante de mí había tijeras nuevas pulidas, que empecé a
usar. En seguida me abandonaron mis sentimientos de cansancio y
desaliento. Las tijeras parecían cortar casi sin esfuerzo de mi parte,
y corté vestido tras vestido con comparativa facilidad”.
Hay muchos sueños que provienen de las cosas comunes de
la vida, con las cuales el Espíritu de Dios no tiene nada que ver.
“Como hay falsas visiones, hay también falsos sueños, que son
inspirados por el espíritu de Satanás. Pero los sueños del Señor
están clasificados en la Palabra de Dios con las visiones, y son tan
ciertamente los frutos del espíritu de profecía como las visiones.
Los tales sueños, teniendo en cuenta a las personas que los tienen,
y las circunstancias en las cuales son dados, contienen sus propias
pruebas de veracidad”.
Puesto que la instrucción y la amonestación dadas en los
Testi-
monios
para los casos individuales se aplicaban con igual fuerza a
muchos otros que no habían sido señalados especialmente de esta
manera, me pareció que era mi deber publicar los testimonios perso-
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nales para beneficio de la iglesia. En el Testimonio n
o
15, hablando