670
Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
clase de personas de nuestra época, una visión que señalase sus
errores, reprendiese su propia justicia y condenase sus pecados,
se levantarían en rebelión, como los habitantes de Nazaret cuando
Cristo les mostró su verdadera condición.
Si estas personas no humillan su corazón delante de Dios y si
albergan las sugestiones de Satanás, la duda y la incredulidad se
apoderarán del alma, y lo verán todo en una luz falsa. Una vez
sembradas las semillas de duda en su corazón, tendrán que cosechar
una abundante mies. Llegarán a desconfiar y dudar de las verdades
que son tan claras y llenas de belleza para los que no se han educado
en la incredulidad.
Los que adiestran su mente para que dude de todo lo que pueda
ponerse en duda y sugieren esos pensamientos a otras mentes, halla-
rán siempre ocasión de dudar. Pondrán en tela de juicio y criticarán
todo lo que se presente en el desarrollo de la verdad; criticarán la
obra y la actitud de los demás; censurarán todo ramo de la obra en
el cual no tengan parte ellos mismos. Se alimentarán de los errores,
equivocaciones y faltas ajenas, “hasta que” -dijo el ángel- “el Señor
Jesús termine su obra de mediación en el santuario celestial, y se
vista de las vestiduras de venganza y los sorprenda en su festín
profano; y se encontrarán sin preparación para la cena de bodas del
Cordero”. Su gusto se ha pervertido de tal manera que se sentirían
inclinados a criticar aun la mesa del Señor en su reino.
¿Reveló alguna vez el Señor a estas víctimas del engaño propio
que ninguna reprensión ni corrección de él ha de tener peso para
ellos a menos que la haya dado directamente en visión? Me extiendo
en este punto, porque la actitud que muchos están asumiendo ahora
es un engaño de Satanás para arruinar las almas. Cuando las ha
entrampado y debilitado por sus sofismas de tal manera que al ser re-
prendidas persistan en anular la obra del Espíritu de Dios, su triunfo
[647]
sobre ellas será completo. Algunos, que profesan ser justos, llegarán,
como Judas, a entregar a su Señor en las manos de sus más acerbos
enemigos. Estos seres llenos de confianza en sí mismos y resueltos
a poner en práctica su propia voluntad y sus propias ideas, irán de
mal en peor, hasta que lleguen a seguir cualquier conducta más bien
que renunciar a su voluntad. Avanzarán ciegamente en el camino
del mal; pero corno los fariseos seducidos, estarán tan engañados
que pensarán prestar servicio a Dios. Cristo describió la conducta