Página 676 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Informes infundados
Varias veces durante el invierno pasado [1888-89] escuché un
comentario según el cual durante el Congreso de Minneápolis, “a
la hermana White le fue mostrado que el juicio, que desde 1844
se llevaba a cabo con los justos muertos, había ahora comenzado
con los vivos”. Este informe no es cierto. Un rumor parecido, que
ha estado circulando por unos dos años, se originó de la siguiente
manera: En una carta que le escribí a un ministro de California,
desde Basilea, Suiza, hice en esencia, la siguiente declaración: “El
juicio de los casos de los muertos ha estado en progreso por más
de cuarenta años, y no sabemos cuán pronto pasará a los casos de
los vivos”. Esta carta fue leída por diferentes personas, y algunos
oidores descuidados informaron lo que ellos pensaron haber oído.
Así fue como comenzó este asunto. El informe desde Minneápolis
surgió de la comprensión equivocada de alguna declaración parecida
a la mencionada en la carta. Fuera de esto no hay otro fundamento
para ninguno de los dos informes.
En segundo lugar, se informa que un ministro, que todavía está
vivo, yo lo vi en una visión salvo en el reino de Dios; de esta manera
se dio la impresión de que su salvación final está asegurada. No
hay verdad alguna en este informe. La Palabra de Dios establece
las condiciones para nuestra salvación y depende enteramente de
nosotros cumplirlas o no.
Dice el Revelador: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis
que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vesti-
duras blancas, porque son dignas. El
que venciere
será vestido de
vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.
Apocalipsis 3:4, 5
.
“Pero esperamos, según su promesa, cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales habita la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en
espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él
sin mancha e irreprensibles, en paz”. “Así que vosotros, oh amados,
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