Página 697 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El conflicto inminente
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Al ejercer el poder de la legislación religiosa, el movimiento
llamado Reforma Nacional manifestará, cuando esté plenamente
desarrollado, la misma intolerancia y opresión que prevalecieron
en siglos pasados. Los concilios humanos asumieron entonces las
prerrogativas de la Divinidad y aplastaron bajo su poder despótico
la libertad de conciencia; a ellos siguieron el encarcelamiento, el
destierro y la muerte de los que se oponían a sus dictados. Si por
la legislación el papismo y sus principios vuelven a tener poder, se
volverán a encender los fuegos de la persecución contra aquellos que
no sacrifiquen su conciencia y la verdad en deferencia a los errores
populares. Este mal está a punto de producirse.
Cuando Dios nos ha dado una luz que revela los peligros que
nos esperan, ¿cómo podemos ser inocentes a sus ojos si no hacemos
todo esfuerzo posible para presentarla a la gente? ¿Podemos permitir
que arrostre sin advertencia esta tremenda crisis?
Tenemos delante de nosotros la perspectiva de una lucha larga,
con riesgo de encarcelamiento, pérdida de bienes y aun de la vida
misma, para defender la ley de Dios, que es anulada por las leyes
de los hombres. En esta situación, los métodos políticos del mundo
recomendarían que se cumplan exteriormente las leyes del país, por
amor a la paz y la armonía. Y hasta habrá quienes recomienden
una conducta tal basados en este pasaje: “Toda alma se someta a
las potestades superiores;... y las que son, de Dios son ordenadas”.
Romanos 13:1
.
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Pero ¿cuál fue la conducta de los siervos de Dios en siglos pasa-
dos? Cuando los discípulos predicaron a Cristo y Cristo crucificado,
después de su resurrección, las autoridades les ordenaron que no
hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. “Entonces Pedro y
Juan, respondiendo, les dijeron: Juzgad si es justo delante de Dios
obedecer antes a vosotros que a Dios; porque no podemos dejar de
decir lo que hemos visto y oído”.
Hechos 4:19, 20
. Continuaron
predicando las buenas nuevas de la salvación por Cristo; y el poder
de Dios dio testimonio del mensaje. Los enfermos eran sanados, y
miles eran añadidos a la iglesia. “Entonces levantándose el príncipe
de los sacerdotes, y todos los que estaban con él, que es la secta de
los Saduceos, se llenaron de celo; y echaron mano a los apóstoles, y
pusiéronlos en la cárcel pública”.
Hechos 5:17, 18
.