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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Pero el Dios del cielo, el poderoso Gobernante del universo,
tomó el asunto en sus manos; porque los hombres guerreaban contra
su obra. Les mostró claramente que hay quien impera sobre los
hombres, alguien cuya autoridad debe ser respetada. El Señor envió
a su ángel de noche a abrir las puertas de la cárcel; y sacó a esos
hombres a quienes él había ordenado que hiciesen su obra. Los
príncipes dijeron: No habléis ni enseñéis “en el nombre de Jesús”;
pero el mensajero celestial enviado por Dios dijo: “Id, y estando en
el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida”.
Hechos
4:18; 5:20
.
Los que procuran obligar a los hombres a observar una institu-
ción del papado y pisotear la autoridad de Dios, están haciendo una
obra similar a la de los príncipes judíos en los días de los apóstoles.
Cuando las leyes de los gobernantes terrenales se opongan a las
leyes del Gobernante supremo del universo, entonces le serán fieles
los que son leales súbditos de Dios.
Como pueblo no hemos hecho la obra que Dios nos ha confiado.
No estamos listos para la crisis que nos impondrá la promulgación
de la ley dominical. Es deber nuestro, mientras vemos las señales de
que se acerca el peligro, levantarnos y obrar. Nadie se quede sentado
en serena expectación del mal, consolándose con la creencia de que
esta obra debe ir adelante porque la profecía lo ha predicho, y que
el Señor protegerá a su pueblo. No estamos haciendo la voluntad
de Dios si permanecemos quietos sin hacer nada para preservar la
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libertad de conciencia. Deben ascender a Dios oraciones fervientes
y eficaces para que esa calamidad sea diferida hasta que podamos
realizar la obra que durante tanto tiempo ha sido descuidada. Elé-
vense oraciones muy fervientes; y luego trabajemos en armonía con
nuestras oraciones puede parecer que Satanás triunfa y que la verdad
está abrumada por la mentira y el error; puede verse en peligro el
pueblo sobre el cual Dios extendió su escudo y el país que fue asilo
de los siervos de Dios oprimidos por razones de conciencia y por
defender la verdad. Pero Dios quiere que recordemos cómo en lo
pasado él salvó a su pueblo de sus enemigos. Siempre eligió para
manifestar su poder los momentos de extrema necesidad, cuando no
parecían tener posibilidad de verse librados de la acción de Satanás.
La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios.