Página 712 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
obraran en su favor. De esta forma perdieron de vista su misericordia
y su amor. Hermanos míos, no sigáis el mismo camino. Permitid que
las mentes de la gente se eleven hacia Dios. Dadle oportunidad de
obrar en favor de los que le aman. No impongáis al pueblo normas y
reglamentos, que si los siguen, los destituirán del Espíritu de Dios
como fueron destituidas de lluvia y rocío las colinas de Gilboa.
Existe una falta de espiritualidad deplorable entre nuestro pueblo.
Hay una obra enorme que hacer en su favor antes de que puedan
llegar a ser lo que Cristo se propone que sean: la luz del mundo. Por
años he sentido profunda angustia en mi corazón mientras el Señor
ha presentado delante de mí la necesidad de Jesús y de su amor que
existe en las iglesias. Han reinado el espíritu de autosuficiencia y la
disposición a luchar por los puestos y por la supremacía. He visto que
la exaltación propia se está popularizando entre los adventistas del
séptimo día, y que a menos que el orgullo humano quede abatido y
Cristo sea exaltado, nosotros, como pueblo, no estaremos en mejores
condiciones para recibir a Cristo cuando venga por segunda vez, que
como estaba el pueblo judío cuando vino por primera vez.
Los judíos esperaban al Mesías; pero él no vino como ellos
habían predicho que .vendría, y si hubiera sido aceptado como el
Prometido, sus doctos maestros se hubiesen visto obligados a admitir
que se habían equivocado. Estos dirigentes se habían separado de
Dios y Satanás obró en sus mentes para que rechazaran al Salvador.
En vez de abandonar su orgullosa opinión, cerraron los ojos frente a
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todas las evidencias de que él era el Mesías, y no solamente recha-
zaron el mensaje de salvación ellos mismos, sino que endurecieron
el corazón del pueblo contra Jesús. Su historia debe ser una amo-
nestación solemne para nosotros. No esperemos nunca que cuando
el Señor tenga luz para su pueblo Satanás se quede tranquilo y no
haga ningún esfuerzo para impedir que sea recibida. El obrará en las
mentes para despertar la desconfianza, los celos y la incredulidad.
Cuidémonos de no rechazar la luz que Dios envía sólo porque no
llega en forma que nos complazca. Que la bendición de Dios no
sea retirada de nosotros porque no conocemos el tiempo de nuestra
visitación. Si hay algunos que no ven y aceptan la luz ellos mismos,
que no estorben el camino de otros. Que nunca se diga de este pueblo
tan favorecido, como se dijo de los judíos cuando las buenas nuevas