Página 717 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

El don inestimable
713
en el banco del cielo todo dinero que podáis ahorrar. “Haceos tesoros
en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no
minan ni hurtan: porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará
vuestro corazón”.
Mateo 6:20, 21
.
Estas son palabras de Jesús, quien nos amó tanto que dio su
propia vida para que pudiésemos morar con él en su reino. No
deshonréis a vuestro Señor despreciando su orden positiva.
Dios invita a todos los que poseen tierras y casas a que las ven-
dan e inviertan el dinero donde suplirá la gran necesidad del campo
misionero. Una vez que hayan experimentado la verdadera satisfac-
ción que proviene de obrar así, mantendrán abierto el canal, y los
recursos que Dios les confía fluirán constantemente a la tesorería
para que se conviertan las almas. A su vez estas almas practicarán
la misma abnegación, economía y sencillez por amor de Cristo, a
fin de poder llevar sus ofrendas a Dios. Por medio de estos talentos
sabiamente invertidos, otras almas aún se convertirán; y así prose-
guirá la obra, demostrando que los dones de Dios son apreciados. El
Dador es reconocido y ello redunda para su gloria en la fidelidad de
sus mayordomos.
Cuando dirigimos estas fervientes súplicas en favor de la causa
de Dios y presentamos las necesidades financieras de nuestras mi-
siones, se conmueven profundamente las almas concienzudas que
creen la verdad. Como la viuda pobre que fue elogiada por Cristo y
que dio sus dos blancas al tesoro, ellas dan en su pobreza hasta el
máximo de su capacidad. Con frecuencia las tales se privan hasta
[686]
de las cosas aparentemente necesarias para la vida; mientras que
hombres y mujeres poseedores de casas y tierras se aferran a sus
tesoros terrenales con tenacidad egoísta, y no tienen bastante fe en
el mensaje ni en Dios para colocar sus recursos en su obra. A estos
últimos se aplican especialmente las palabras de Cristo: “Vended lo
que poseéis, y dad limosna”.
Lucas 12:33
.
Hay hombres y mujeres pobres que me escriben pidiendo consejo
en cuanto a si deben vender sus casas y dar el dinero a la causa.
Dicen que los pedidos de recursos conmueven sus almas y quieren
hacer algo para el Maestro que lo ha hecho todo para ellos. Quiero
decir a los tales: “Tal vez no debáis vender vuestras casitas ahora
mismo; pero id a Dios por vuestra cuenta; el Señor oirá ciertamente
vuestras fervientes oraciones por sabiduría para conocer vuestro