El verbo hecho carne
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primera y la segunda guardia, vinieron a la puerta de hierro que va a
la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y
luego el ángel se apartó de él”. El apóstol se encontró en las calles
de Jerusalén solo. “Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora
entiendo verdaderamente” -[no era sueño ni visión, sino un suceso
real]- “que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano
de Herodes, y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba”.
Hechos 12:8-11
.
Los escépticos pueden burlarse del pensamiento de que un glorio-
so ángel del cielo prestase atención a un asunto tan sin importancia
como estas sencillas necesidades humanas, y pueden dudar de la
inspiración de la narración. Pero por la sabiduría de Dios, estas cosas
se anotaron en la historia sagrada para beneficio, no de los ángeles
sino de los hombres, a fin de que al hallarse en situaciones difíciles
puedan encontrar consuelo en el pensamiento de que el Cielo lo sabe
todo.
Jesús declaró a sus discípulos que ni un pajarillo cae al suelo sin
que lo note el Padre celestial, y que si Dios puede tener presentes
las necesidades de los pájaros del aire, con más razón cuidará de
aquellos que lleguen a ser súbditos de su reino, y por la fe en él, he-
rederos de la inmortalidad. ¡Oh, si tan sólo pudiese la mente humana
comprender -en la medida en que el plan de la redención puede ser
comprendido por la mente finita- la obra de Jesús al tomar sobre
sí la naturaleza humana y lo que ha de obtener para nosotros por
su condescendencia maravillosa, los corazones humanos quedarían
enternecidos de gratitud por el gran amor de Dios, y con humildad
adorarían la sabiduría divina que planeó el misterio de la gracia!
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