Página 111 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Peligros de la ciencia especulativa
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A todos digo: Estad apercibidos porque, semejante a un ángel de
luz, Satanás asiste a cada reunión de obreros cristianos, y se pasea
en cada iglesia, buscando de atraer los miembros a su lado. Se me
ha ordenado que transmita al pueblo de Dios la amonestación: “No
os engañéis; Dios no puede ser burlado.”
Cuidado con la religión sensacional
En este tiempo, necesitamos en la causa de Dios hombres espiri-
tuales, hombres firmes en los buenos principios, y que tengan una
clara comprensión de la verdad.
Me fué mostrado que lo que la gente necesita no son teorías
nuevas y fantásticas ni hipótesis humanas. Necesitan el testimonio
de hombres que conocen y practican la verdad, de hombres que
comprenden la misión confiada a Timoteo: “Que prediqués la pa-
labra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende,
exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuan-
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do no sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se
amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias, y apartarán
de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas. Pero tú vela en
todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista, cumple tu
ministerio.”
2 Timoteo 4:2-5
.
Andad con firmeza y decisión, calzados los pies con el evangelio
de paz. Podéis estar seguros de que la religión pura y sin mácula no
es una religión de sensaciones. A nadie ha confiado Dios la tarea
de hacer nacer el apetito por las doctrinas especulativas. Hermanos
míos, apartad esas cosas de vuestras enseñanzas; no permitáis que
se introduzcan en vuestra vida religiosa; no dejéis que malogren la
obra de vuestra vida.
Advertencia contra las falsas doctrinas
Hallamos en la epístola de Pablo a los colosenses una adverten-
cia contra las falsas doctrinas. El apóstol declara que los corazones
de los creyentes deben estar “unidos en amor, y en todas riquezas
de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del
Padre, y de Cristo; en el cual están escondidos todos los tesoros
de sabiduría y conocimiento. Y esto digo—continúa él,—para que