Peligros de la ciencia especulativa
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suceder presto; y la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo,
el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de
Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que
lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas
en ella escritas: porque el tiempo está cerca.”
Apocalipsis 1:1-3
.
Los solemnes mensajes que han sido dados en el Apocalipsis,
según su orden de sucesión, deben ocupar el primer lugar en el
pensamiento de los hijos de Dios. No debemos permitir que nuestra
atención sea cautivada por otra cosa.
Un tiempo precioso pasa rápidamente y hay peligro de que mu-
chos se dejen robar el tiempo que debieran dedicar a la proclamación
del mensaje que Dios envió a un mundo caído. Satanás está satis-
fecho cuando nota la distracción de las mentes que debieran estar
ocupadas en el estudio que concierne a las realidades eternas.
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El testimonio de Cristo, testimonio particularmente solemne,
debe ser llevado al mundo. A través de todo el libro de Apocalipsis
se encuentran preciosas promesas alentadoras, así como advertencias
del significado más solemne. ¿No querrán leer el testimonio dado por
Cristo a su discípulo Juan los que pretenden poseer un conocimiento
de la verdad? En él, no hay suposiciones ni engaños científicos.
Contiene verdades que atañen a nuestro bienestar presente y futuro.
¿Por qué mezclar la paja con el grano? Léase
Apocalipsis 3:1-22
.
El Señor viene pronto. Los centinelas que están sobre los muros
de Sión reciben la orden de despertar para asumir las responsabilida-
des que Dios les ha impuesto. Dios llama a centinelas para que, en el
poder del Espíritu, den al mundo el último mensaje de advertencia;
para que digan qué hora es de la noche. Quiere a centinelas que
despierten a los hombres y mujeres de su letargo, por temor a que se
duerman en el sueño de la muerte.
* * * * *
Aquel que presenta la Palabra de Vida no debe permitir que
una gran cantidad de cargos sean puestos sobre él. Debe tomar el
tiempo necesario para estudiar la Palabra y examinarse a sí mismo.
Si escudriña su corazón y se entrega al Señor, comprenderá entonces
mejor cómo se penetra en los misterios de Dios.
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