La obra misionera de la iglesia
137
Visitad a vuestros vecinos y tomad interés en la salvación de sus
almas. Poned en acción todas vuestras energías espirituales. Decid a
aquellos a quienes visitáis que el fin de todas las cosas está cerca.
El Señor Jesucristo abrirá los corazones y hará sobre las mentes
[154]
impresiones duraderas.
Procurad arrancar a los hombres y mujeres de su insensibilidad
espiritual. Decidles cómo hallasteis a Jesús, y cuál ha sido vuestra
felicidad desde el día en que empezasteis a servirle. Decidles qué
bendición es para vosotros sentaros a los pies de Jesús para aprender
las preciosas lecciones contenidas en su Palabra. Habladles de las
alegrías que se experimentan en la vida cristiana. Vuestras palabras,
cálidas y fervientes, les darán la convicción de que habéis hallado
la perla de gran precio. Demuestren vuestras palabras, alegres y
animadoras, que habéis hallado por cierto la senda más excelente.
Este es trabajo misionero auténtico, y al ser hecho, hará que muchos
despierten como de un sueño.
Aun mientras están entregados a sus ocupaciones ordinarias,
los hijos de Dios pueden traer almas al Señor. Al hacerlo así, ten-
drán la reconfortante seguridad de la presencia del Salvador. No
deben pensar que están abandonados a sus débiles fuerzas. Cristo
les dará palabras adecuadas para consolar, para animar y fortalecer
a las pobres almas que luchan en las tinieblas. Su propia fe será
afirmada al ver el cumplimiento de la promesa del Redentor. No sólo
beneficiarán a otros sino que la obra que hagan para Cristo será una
fuente de bendición para ellos mismos.
Gran número de personas puede y debe hacer la obra que acabo
de mencionar. Hermano mío, hermana mía, ¿qué haces tú para Jesús?
¿Te esfuerzas por ser una bendición para otros? ¿Salen de tus labios
palabras de simpatía y amor? ¿Estás realizando esfuerzos fervientes
por ganar almas para el Salvador?
Consecuencias de la negligencia
Se hace comparativamente poco trabajo misionero y, ¿cuál es
el resultado? Las verdades que el Señor ha dado no son enseñadas.
Hay muchos en el pueblo de Dios que no creen en la gracia. Muchos
[155]
son dados a la murmuración. Aquellos que nada hacen para ayudar a
otros a ver la importancia de la verdad presente, tienen que sentirse