Página 140 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Testimonios Selectos Tomo 5
La familia como campo misionero
No olviden los padres el importante campo misionero que tienen
en su hogar. Los niños que Dios ha confiado a una madre son para
ella un cometido sagrado. “Toma este hijo o hija—dice el Señor, y
edúcalo para mí. Dale un carácter pulido, a manera de las esquinas
de un palacio, para que pueda brillar siempre en los atrios del Señor.”
La luz y la gloria que irradian del trono de Dios rodean a la madre
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fiel que se esfuerza en enseñar a sus hijos a resistir la influencia del
mal.
Un lugar para cada persona
Hay para todo par de manos una obra que hacer. Que todo lo
que se haga sirva para levantar el nivel de la humanidad. ¡Hay tantas
personas necesitadas de ayuda! Tendrá el corazón desbordante de
gozo aquel que, lejos de buscar su propia satisfacción, viva para
beneficiar a los que son menos favorecidos. Despiértense los ociosos,
y arrostren las realidades de la vida. Tomad la Palabra de Dios y
escudriñadla. Si la ponéis en práctica, la vida será para vosotros una
realidad viviente, y recibiréis una recompensa abundante.
En su vasto plan, el Señor tiene un lugar para cada uno. No ha
dado talento alguno que no sea necesario. ¿Es el talento pequeño?
Dios tiene un lugar para él, y si es usado con fidelidad hará precisa-
mente aquello para lo cual Dios lo dió. Los talentos de quien habita
una casa humilde se necesitan para la obra de casa en casa, y pueden
lograr más que los dones brillantes.
Se presentan miles de ocasiones para ser útiles. Deploramos
la debilidad de nuestros recursos frente a los variados y urgentes
llamados de dinero y hombres. Si fuésemos más diligentes, podría-
mos, ahora mismo, centuplicar los recursos. Mas el egoísmo y la
complacencia propia lo impiden.
Miembros de iglesia, dejad brillar la luz. Haced oír vuestra voz
en humildes oraciones, en testimonios contra la intemperancia, las
locuras y las diversiones del mundo; y hacedla oír en la procla-
mación de la verdad para nuestra época. Vuestra palabra, vuestra
influencia, vuestro tiempo son otros tantos dones de Dios que deben
ser empleados para ganar almas para Cristo.