La obra misionera de la iglesia
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y yo susurré: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a
entrar, para que se llene mi casa.”
Lucas 14:23
.
Esta preciosa luz fué comunicada de casa en casa. La costum-
bre de celebrar el culto de familia, que en ciertos hogares fuera
abandonada, revivió y muchos fueron convertidos.
Hermanos y hermanas, consagraos al servicio del Señor. No
dejéis pasar ninguna ocasión favorable. Visitad los enfermos y los
dolientes y demostradles un interés verdadero. Si es posible, haced
algo para su comodidad. Por este medio ganaréis sus corazones y
podréis hablarles del Salvador.
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Sólo la eternidad podrá revelar el alcance de una obra tal. Otros
ramos de actividad se abrirán delante de aquellos que se muestren
dispuestos a cumplir sus deberes inmediatos. La mayor necesidad
actual, no consiste tanto en predicadores sabios y elocuentes como
en hombres y mujeres que hayan aprendido de Jesús de Nazaret a
ser mansos y humildes, y que, confiados en su poder, irán por los
caminos y vallados para dar la invitación: “Venid, que ya está todo
aparejado.”
Lucas 14:17
.
Los que conozcan cabalmente la agricultura, que sepan cultivar
el suelo y construir pequeñas casas, pueden hacerse muy útiles. Ellos
pueden, mientras trabajan con sus manos, demostrar por su carácter
qué nivel elevado puede alcanzar nuestro pueblo. Agricultores, in-
dustriales, albañiles, y otros hombres hábiles en sus oficios deberían
trasladarse a los campos abandonados para cultivar la tierra, estable-
cer industrias, construirse hogares humildes e impartir a sus vecinos
el conocimiento de la verdad para nuestra época.
Una obra que conviene a las mujeres
Un vasto campo de actividad se abre delante de las mujeres así
como de los hombres. Se necesitan cocineras competentes, costu-
reras y enfermeras. Enseñad a los pobres a cocinar los alimentos, a
remendar sus ropas, a limpiar sus casas. Debiera acostumbrarse a
los niños a hacerse útiles prestando pequeños servicios a los que son
menos favorecidos que ellos.