Página 138 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Testimonios Selectos Tomo 5
lio debe ser predicado al mundo entero. Cristo ha prometido a cada
obrero la divina eficiencia que dará éxito a su trabajo.
Los que conocen la verdad desde hace mucho deben buscar al
Señor con fervor, para que su corazón sea lleno de una decisión: la
de trabajar en favor de sus vecinos. Hermanos y hermanas, visitad
las personas de vuestro vecindario; y mediante vuestra simpatía y
bondad, tratad de alcanzar su corazón. Con tacto, procurad disipar
los prejuicios más bien que crearlos. Recordad que los que poseen el
conocimiento de la verdad para este tiempo, y, sin embargo, se limi-
tan a trabajar en sus iglesias, rehusándose a trabajar entre sus vecinos
inconversos, tendrán que dar cuenta de los deberes no cumplidos.
Facilitad a vuestros vecinos algunos de nuestros libros chicos. Si
su interés se despierta, llevadles alguno de los libros más importantes.
Enseñadles el libro “Christ’s Object Lessons” (Las Parábolas de
Cristo). Habladles de este libro y preguntadles si no quisieran tener
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un ejemplar. Si ya lo tienen, averiguad si no quieren leer otro de la
misma índole. Si ello es posible, cread la oportunidad de enseñarles
la verdad. Debemos sembrar la semilla de la verdad a lo largo de
todas las aguas, aun cuando no sepamos dónde prosperará.
De casa en casa
En varios estados de América, hay colonias de agricultores labo-
riosos y de condición acomodada, que nunca han oído de la verdad
para nuestra época. Debe trabajarse en tales lugares. Ese trabajo
debe ser emprendido por nuestros miembros de iglesia. Ellos pueden
hacer mucho en favor de sus vecinos, al prestarles o venderles libros,
al distribuirles periódicos y darles estudios bíblicos. Si tuviesen un
profundo amor por las almas, podrían proclamar el mensaje con
tanto poder que muchas personas se convertirían.
Dos obreros bíblicos estaban sentados en medio de una familia.
Con la Biblia abierta ante ellos, presentaban al Señor Jesucristo en
su carácter de Salvador que perdona los pecados. Elevaban fervien-
tes oraciones hacia Dios y los corazones quedaban enternecidos y
subyugados por la influencia del Espíritu Santo. Sus oraciones eran
expresadas con sinceridad y poder. Mientras explicaban la Palabra
de Dios, vi que una luz suave y radiante iluminaba las Escrituras,