Página 146 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Testimonios Selectos Tomo 5
aquellos que tienen el amor de Dios en sus corazones, e impulsarlos
a proclamar con poder el mensaje de un Salvador crucificado y resu-
citado. Ellos deben hacer esfuerzos enérgicos y perseverantes para
salvar las almas. El ejemplo que ellos den, debe ser tal, que ejerza
sobre quienes los rodean una influencia decisiva para el bien. Deben
considerar todas las cosas como una pérdida, en comparación con la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús Señor nuestro.
Un celo intenso debe posesionarse ahora de nosotros. Nuestras
energías adormecidas deben despertarse y consagrarse a un esfuerzo
incansable. Obreros consagrados deben ir al campo, para preparar el
camino del Rey y ganar victorias en nuevas localidades. Hermano
mío, hermana mía, ¿os deja indiferentes el saber que cada día bajan a
la tumba almas que no han sido amonestadas ni salvadas, ignorantes
de su necesidad de la vida eterna y de la propiciación hecha para
ellas por el Salvador? ¿Os deja indiferentes el saber que muy pronto
este mundo debe presentarse delante de Jehová, para rendir cuenta
de la transgresión de su ley? Los ángeles del cielo están asombrados
al ver que los que por tantos años han tenido la luz, todavía no han
llevado la antorcha de la verdad a los lugares obscuros de la tierra.
El valor infinito del sacrificio exigido por nuestra redención
muestra cuán terrible mal es el pecado. Dios habría podido borrar
de la creación esta mancha impura con barrer el pecado de la faz de
la tierra. Pero “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.”
Juan 3:16
. ¿Por qué, pues, no tenemos mayor
celo? ¿Por qué hay tantos que quedan ociosos? ¿Por qué todos los
que declaran amar a Dios no tratan de alumbrar a sus vecinos y a las
personas con las que vienen a relacionarse, para que no descuiden
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por más tiempo una salvación tan grande?
Una falta de simpatía
Entre los profesos cristianos de hoy, hay una alarmante falta de
la simpatía que debieran sentir hacia las almas que no son salvas.
Si nuestros corazones no laten al unísono con el de Cristo, ¿cómo
podemos comprender el carácter sagrado y la importancia de la
obra a la cual nos llama, y que consiste en velar por las “almas
como aquellos que han de dar cuenta”? Hablamos de las misiones