Página 26 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Testimonios Selectos Tomo 5
uso de su fuerte voluntad para obligar a su esposa a hacer lo que Vd.
quiera. Acuérdese de que ella también tiene una voluntad y que tiene
probablemente tantos deseos como Vd. de obrar según su criterio.
Acuérdese también de que Vd. tiene la ventaja de una experiencia
más larga. Tenga para ella miramientos y cortesía. “La sabiduría
que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta,
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos.”
Santiago 3:17
.
Hay una victoria que ambos debéis obtener, cueste lo que cueste:
es la victoria sobre la terquedad. No la obtendréis sino mediante la
ayuda de Cristo. Podréis luchar mucho tiempo para dominaros, pero
será sin éxito si no recibís la fuerza de lo alto. Mediante la gracia
de Cristo, podréis obtener la victoria sobre vosotros mismos y sobre
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vuestro egoísmo. Si vivís la vida de Cristo, si a cada paso consentís
al sacrificio, si manifestáis constantemente una simpatía siempre
mayor para con aquellos que necesitan ayuda, obtendréis victoria
tras victoria. Día tras día, aprenderéis a dominaros y a fortalecer los
puntos débiles de vuestros caracteres. El Señor Jesús será vuestra
luz, vuestra fuerza, vuestra corona de gozo, porque habréis sometido
vuestra voluntad a la suya.
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les propo-
ne si consienten en aceptar a Cristo como Ayudador suyo. Entregaos
completamente a Dios. El pensamiento de que habéis de luchar para
conseguir la vida eterna os fortalecerá y estimulará. Cristo puede
daros fuerza para vencer. Mediante su ayuda, podréis destruir el
egoísmo hasta en sus raíces más profundas.
Cristo murió para que la vida del hombre, envuelta en la suya,
disfrute de la comunión de la divinidad y de la humanidad. El vino
a la tierra y llevó una existencia divino-humana para que la vida
de los hombres y mujeres fuese tan armoniosa como Dios lo desea.
El Salvador os pide que os neguéis a vosotros mismos y llevéis
vuestra cruz. Entonces nada podrá impedir, en vuestro ser entero y
en vuestra vida diaria, un desarrollo sano y armonioso.
Recordad, hermanos míos, que Dios es amor, y que por su gracia
podéis llegar a haceros mutuamente felices, según lo prometisteis en
ocasión de vuestro casamiento. Por la fuerza del Redentor, podéis
trabajar con sabiduría y potencia para ayudar a la regeneración de
alguna existencia desdichada. ¿Qué hay de imposible para Cristo?
El es perfecto en sabiduría, en justicia y en amor. No os encerréis en