El conocimiento de las leyes de la salud
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influencia del cuerpo sobre el espíritu ni del espíritu sobre el cuerpo.
Dedican su atención a cosas triviales y luego alegan que les falta
el tiempo para obtener la información necesaria que les permitiría
instruir convenientemente a sus hijos.
Si cada uno quisiese obtener conocimientos a ese respecto, y
sintiese la importancia de ponerlos en práctica, presenciaríamos un
estado de cosas mejor. Padres, enseñad a vuestros hijos a razonar
de las causas a los efectos. Mostradles que si violan las leyes de
la salud tendrán que pagar la transgresión con sufrimientos. Mos-
tradles que la temeridad respecto a la salud del cuerpo favorece la
temeridad en las cosas morales. Vuestros hijos necesitan cuidado
paciente y fiel. No basta que los alimentéis y los vistáis. Debéis
tratar también de desarrollar su fuerza mental y llenar su corazón
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de principios justos. Mas ¡cuán a menudo sucede que la belleza
del carácter y la amabilidad del genio son descuidados para atender
a la apariencia externa! ¡Oh, padres, no os dejéis gobernar por la
opinión del mundo y no tratéis de alcanzar su norma! Decidid por
vosotros mismos cuál debe ser el objeto esencial de la vida y luego
dedicad todos vuestros esfuerzos a alcanzarlo. No podéis descuidar
impunemente la educación de vuestros hijos. Los defectos de su
carácter publicarán vuestro descuido a este respecto. Los errores
que dejéis pasar sin corrección, los modales bruscos, groseros, la
falta de respeto y obediencia, las costumbres de indolencia y falta
de atención, deshonrarán vuestro nombre y amargarán vuestra vida.
El destino de vuestros hijos está en gran medida en vuestras manos.
Al faltar a vuestro deber con respecto a ellos, podéis colocarlos en
las filas del enemigo y hacer de ellos piedras de tropiezo para los
demás; por otra parte, instruyéndolos fielmente, ofreciéndoles con
vuestra vida un ejemplo de piedad, podéis conducirlos a Cristo. A
su vez, ellos ejercerán sobre otros la misma influencia, y así, por
vuestro medio, podrá salvarse gran número de almas.
Padres y madres, ¿comprendéis la importancia de la responsa-
bilidad que recae sobre vosotros? ¿Comprendéis la necesidad de
preservar a vuestros hijos del descuido y de las costumbres desmo-
ralizadoras? No les permitáis entrar en relación con otras personas
fuera de aquellas que ejercerán una buena influencia sobre su ca-
rácter. No los dejéis salir de noche a menos que sepáis adónde van
y lo que hacen. Instruídlos en los principios de la pureza moral.