Capítulo 17—Fe y valor
El Señor ordenó a Moisés que refiriese a los hijos de Israel la
obra que Dios había realizado para librarlos del yugo de Egipto
y para conservarles milagrosamente la vida en el desierto. Moisés
debía recordarles su incredulidad, sus murmuraciones cuando fueron
probados, así como la gran misericordia y tierna bondad del Señor
que no los abandonaron nunca. Ello debía estimular su fe y fortalecer
su valor. Al par que habían de comprender su estado de debilidad
y pecado, se darían cuenta también de que Dios era su justicia y
fortaleza.
De igual importancia es hoy que el pueblo de Dios recuerde los
lugares y circunstancias en que fué probado, en que su fe desfalleció,
en que corrió peligro por su incredulidad y confianza en sí mismo. La
misericordia de Dios, su providencia, sus libramientos inolvidables
deben ser recordados unos tras otros. A medida que el pueblo de
Dios repase así lo pasado, debe comprender que el Señor repite las
mismas obras. Debe prestar atención a las advertencias que le son
dadas y guardarse de volver a caer en las mismas faltas. Renunciando
a toda confianza en sí mismos, los hijos de Dios deben confiar en
Dios para que los guarde del pecado que podría deshonrar su nombre.
Cada vez que Satanás obtiene una victoria, hay almas que peligran;
algunos vienen a ser su presa y no pueden recuperarse. Avancen con
prudencia los que hayan cometido alguna falta, y a cada paso oren
como el salmista: “Sustenta mis pasos en tus caminos, porque mis
pies no resbalen.”
Salmos 17:5
.
Dios manda pruebas para saber quiénes son los que permanece-
rán fieles cuando estén expuestos a la tentación. Coloca a cada uno
en situaciones difíciles para ver si confiará en una potencia superior.
Cada uno posee rasgos de carácter todavía ignorados y que deben
ser puestos en evidencia por la prueba. Dios permite que aquellos
que confían en sí mismos sean gravemente tentados, a fin de que
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puedan comprender su incapacidad.
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