Página 89 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

Basic HTML Version

Fe y valor
85
Cuando sobrevienen pruebas; cuando vemos delante de nosotros,
no una gran prosperidad, sino, por el contrario, una situación que
exige algún sacrificio de parte de todos, ¿cómo recibiremos las insi-
nuaciones de Satanás de que nos esperan momentos extremadamente
penosos? Si escuchamos lo que él nos sugiere, perderemos nuestra
confianza en Dios. En un tiempo tal, debemos recordar que Dios
cuida siempre de sus instituciones. Debemos considerar el trabajo
que realizó y las reformas que hizo. Debemos juntar las pruebas de
las bendiciones del cielo, las bendiciones ya recibidas de lo alto, y
decir: “Señor, creemos en ti, en tus siervos y en tu obra. Ponemos
nuestra confianza en ti. La casa editorial te pertenece, y no queremos
faltar ni dejarnos desanimar. Tú nos has honrado poniéndonos en
relación con tu institución; permaneceremos en el camino para hacer
justicia y juicio; haremos nuestra parte resueltos a permanecer leales
a tu obra.”
* * * * *
Lo que más necesitamos es fe en Dios. Cuando miramos el lado
obscuro de las cosas, perdemos nuestro punto de apoyo en el Señor,
Dios de Israel. Cuando abrimos nuestros corazones al temor, la senda
del progreso queda obstruída por la incredulidad. No abriguemos
nunca el sentimiento de que Dios ha abandonado su obra.
No habrá que hablar tanto sin fe, ni imaginar que éste o aquél
otro estorba la marcha. Id adelante con fe. Contad con el Señor
para que él prepare el camino delante de su obra. Entonces hallaréis
reposo en Cristo. Si cultiváis la fe, si os ponéis en relaciones norma-
les con Dios, y por oraciones fervientes os identificáis con vuestro
deber, seréis dirigidos por el Espíritu Santo. Los numerosos proble-
mas que hoy parecen sin solución, podréis resolverlos por vuestra
propia cuenta confiando en Dios. No es necesario que estéis en una
[95]
incertidumbre dolorosa, pues vivís bajo la dirección del Espíritu
Santo. Podéis andar y trabajar con confianza. Debemos tener menos
fe en lo que podemos hacer, y más fe en lo que el Señor puede hacer
por nosotros, si tenemos manos limpias y corazones puros. No es
vuestro el trabajo que realizáis; es de Dios.
Necesitamos más amor, más franqueza, menos sospechas y des-
confianza. Debemos estar menos dispuestos a censurar y acusar.