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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
en su propio territorio, dejando libres a los obreros preparados y
experimentados para que avancen hacia nuevos campos. Nadie debe
pronunciar ninguna palabra desalentadora, porque eso agravia el
corazón de Cristo y llena de alegría al adversario. Todos necesitan ser
bautizados por el Espíritu Santo; todos deben evitar censurar y hacer
observaciones despectivas; en cambio deben acercarse más a Cristo,
para apreciar las pesadas responsabilidades que están llevando los
que colaboran con él. “Avanzad juntos; avanzad juntos”, son las
palabras de nuestro instructor divino. La unión hace la fuerza; en la
división hay debilidad y derrota.
* * * * *
En nuestra obra en favor de los pobres e infortunados, necesita-
remos ser precavidos, para evitar acumular responsabilidades que
no podamos desempeñar. Antes de adoptar planes y métodos que
requieran un gran uso de recursos, debemos considerar si tendrán
la aprobación divina. Dios no aprueba que se fomente un ramo de
trabajo en desmedro de los demás. Él desea que la obra médica
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misionera prepare el camino para la presentación de la verdad sal-
vadora para este tiempo: la proclamación del mensaje del tercer
ángel. Si esto se cumple, el mensaje no será eclipsado ni estorbado
su progreso.
* * * * *
Lo que Dios requiere no son numerosas instituciones, grandes
edificios, ni mucha ostentación; sino la acción armoniosa de un
pueblo peculiar, un pueblo precioso, escogido por él. Cada uno debe
ocupar su lugar, pensando, hablando y actuando en armonía con
el Espíritu de Dios. Entonces, pero no antes, será la obra un todo
completo y simétrico.
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