Página 28 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
agentes vivos para que exalten la ley divina. Ahora, ahora mismo,
es el momento cuando debemos trabajar en los países extranjeros.
Cuando los Estados Unidos, el país de la libertad religiosa, se una
con el papado para forzar la conciencia y obligar a los hombres a
honrar el falso día de reposo, los habitantes de todo país del globo
serán inducidos a seguir su ejemplo. Nuestros hermanos no llegan
a estar ni tan sólo medio despiertos para hacer todo lo que pueden
con las facilidades de que disponen, para proclamar el mensaje de
amonestación.
El Dios del cielo no enviará al mundo sus juicios motivados
por la desobediencia y la transgresión antes de haber enviado a sus
atalayas para que den su amonestación. No se cerrará el tiempo de
gracia hasta que el mensaje haya sido proclamado con toda claridad.
La ley de Dios será magnificada. Sus requerimientos se presentarán
en su verdadero carácter sagrado, para que la gente se vea obligada
a decidir en pro o en contra de la verdad. Sin embargo, la obra será
abreviada en justicia. El mensaje de la justicia de Cristo resonará
de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del
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Señor. La gloria de Dios es la que termina la obra del tercer ángel.
* * * * *
No hay en nuestro mundo otra obra tan grande, sagrada y glo-
riosa, ninguna que Dios honre tanto, como la obra de la predicación
evangélica. El mensaje presentado en este tiempo es el último mensa-
je de misericordia para un mundo caído. Los que tienen el privilegio
de oír y persisten en negarse a escuchar la amonestación, desechan
su última esperanza de salvación. No habrá un segundo tiempo de
gracia.
La palabra de verdad: “Escrito está”, es el Evangelio que hemos
de predicar. No hay espada flamígera puesta delante de este árbol de
vida. Todos los que quieran pueden participar de él. No hay poder
capaz de impedir a alguna alma tomar de sus frutos. Todos pueden
comer y vivir para siempre.
* * * * *
En los mensajes de Dios al mundo, la iglesia remanente acopiará
misterios que los ángeles desearían escudriñar, que los profetas,