Página 365 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Cristo en toda la Biblia
El Poder de Cristo, el Salvador crucificado para dar vida eterna,
debe ser presentado al pueblo. Debemos demostrarle que el Antiguo
Testamento es tan ciertamente el Evangelio en sombras y figuras,
como el Nuevo Testamento lo es en su poder desarrollado. El Nuevo
Testamento no presenta una religión nueva; el Antiguo Testamento
no presenta una religión que haya de ser superada por el Nuevo. El
Nuevo Testamento es tan sólo el progreso y desarrollo del Antiguo.
Abel creía en Cristo, y fue tan ciertamente salvado por su poder,
como lo fueron Pedro y Pablo. Enoc fue representante de Cristo tan
seguramente como el amado discípulo Juan. Enoc anduvo con Dios,
y ya no fue hallado, porque Dios lo llevó consigo. A él fue confiado el
mensaje de la segunda venida de Cristo. “De estos también profetizó
Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con
sus santas decenas de millares”.
Judas 14
. El mensaje predicado
por Enoc, y su traslado al cielo, fue un argumento convincente para
todos los que vivían en su tiempo; un argumento que Matusalén y
Noé pudieron usar con poder para demostrar que los justos podían
ser trasladados.
El Dios que anduvo con Enoc era nuestro Dios y Salvador Je-
sucristo. Era la luz del mundo como lo es ahora. Los que vivían
entonces no estuvieron sin maestros que los instruyesen en la senda
de la vida; porque Noé y Enoc eran cristianos. El Evangelio se da en
preceptos en Levítico. Se requiere ahora obediencia implícita como
entonces. ¡Cuán esencial es que comprendamos la importancia de
esta palabra!
Se hace la pregunta: ¿Cuál es la causa de la escasez que hay
en la iglesia? La respuesta es: Permitimos que nuestras mentes
sean apartadas de la Palabra. Si la Palabra de Dios fuese ingerida
como alimento del alma; si fuese tratada con respeto y deferencia,
no habría necesidad de los muchos y repetidos
Testimonios
que se
dan. Las simples declaraciones de las Escrituras serían recibidas y
obedecidas.
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