Página 113 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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La señal de nuestra orden
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vida. Así nos apartamos de sus mandamientos, que son nuestra vida
y negamos que él sea nuestro Dios y que seamos su pueblo.
* * * * *
Debemos invitarlos a todos, a los encumbrados y a los de niveles
bajos, a los ricos y a los pobres, a todas las sectas y clases, para que
participen de los beneficios de nuestras instituciones médicas. En
nuestras instituciones recibimos gente de todas las denominacio-
nes. Sin embargo, somos estrictamente denominacionales en lo que
se refiere a nosotros mismos; hemos recibido la sagrada elección
de Dios y estamos bajo su teocracia. Pero no debemos imponer
insensatamente sobre nadie los puntos peculiares de nuestra fe.
* * * * *
Para que los hombres no se fueran a olvidar del verdadero Dios,
él les concedió un monumento recordativo de su amor y su poder: el
sábado. Dice él: “Vosotros guardaréis mis sábados; porque es señal
entre mí y vosotros”.
Éxodo 31:13
.
* * * * *
Refiriéndose a Israel, el Señor declaró: “He aquí un pueblo que
habitará confiado, y no será contado entre las naciones”.
Números
23:9
. Estas palabras se aplican a nosotros lo mismo como al antiguo
Israel. El pueblo de Dios debe destacarse solo. La observancia del
reposo del séptimo día debe constituir una señal entre ellos y Dios,
y mostrar que deben ser un pueblo peculiar, separados del mundo
en hábitos y prácticas. Dios obrará a través de ellos para juntar un
pueblo para sí de entre todas las naciones.
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