Página 155 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

Basic HTML Version

Los impresos de nuestra denominación
151
Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos... ¡A la ley y
al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido”.
Isaías 8:11-20
.
Llamo la atención de todos nuestros obreros al capítulo 6 de
Isaías. Lean lo que experimentó el profeta de Dios cuando vio al
Señor “sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían
el templo... Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; que siendo
hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que
tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los
ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano
un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas: y tocando
con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es
quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor,
que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá? Entonces respondí yo:
Heme aquí, envíame a. mí”
Isaías 6:1-8
.
Tal es la experiencia que necesitan los que trabajan en todas
nuestras instituciones. Existe el peligro de que no mantengan una
relación vital con Dios, que no sean santificados por la verdad. Esto
les haría perder el sentido del poder de la verdad y la capacidad de
discernir entre lo sagrado y lo común.
Hermanos míos que ocupáis puestos de responsabilidad, ¡ojalá
que el Señor no sólo unja vuestros ojos para que veáis, sino que
derrame en vuestro corazón el aceite santo que de las dos olivas
fluye por conductos de oro al recipiente dorado que alimenta las
lámparas del santuario! ¡Ojalá que él “os dé espíritu de sabiduría
y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza a que
él os ha llamado,... y cuál la supereminente grandeza de su poder
para con nosotros los que creemos”
Efesios 1:17-19
!
Como fieles padres de familia, dad alimento en sazón a los
miembros de la casa de Dios. Presentad la verdad a la gente. Obrad
como quienes están en plena vista del universo entero del cielo. No
tenemos tiempo que perder, ni un momento. Pronto habrá que hacer
frente a crisis importantes, y necesitaremos hallarnos ocultos en la
hendidura de la roca, para poder ver a Jesús y ser vivificados por su
[149]
Espíritu Santo, de modo que nos mantengamos firmes.