Página 163 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Los trabajos comerciales
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de Dios, no podrán menos que dejarla brillar. Hasta la manera en
que manejan los asuntos comerciales manifestará la influencia de
los principios divinos. Se puede decir de nuestros obreros como se
dijo antaño de los artesanos del tabernáculo: “Y lo he llenado de
espíritu de Dios en sabiduría, en inteligencia, en ciencia, y en todo
arte”.
Éxodo 31:3
.
No para darles el primer lugar
En ningún caso deben nuestras casas editoras dedicarse princi-
palmente a los trabajos comerciales. Si se da a éstos el primer lugar,
los obreros de las imprentas perderán de vista el blanco por el cual
fueron establecidas y su trabajo degenerará.
Los directores cuya percepción espiritual se extravíe, están ex-
puestos al peligro de publicar impresos de dudoso mérito, simple-
mente por la ganancia que reportan. De ello resultará que el objeto
por el cual fueron dadas nuestras editoriales se perderá de vista, y
nuestras instituciones serán consideradas como cualquier otra em-
presa comercial. Ello deshonrará a Dios.
En algunas de nuestras imprentas, el trabajo puramente comercial
hace subir constantemente los gastos por la adquisición de máquinas
costosas. Estos gastos gravan mucho el presupuesto de la institución.
Además, cuando abunda el trabajo, se requiere no sólo más equipo de
herramientas, sino mayor número de obreros que los que se pueden
educar debidamente.
Se asevera que el trabajo comercial es un beneficio financiero
para la imprenta. Pero un Ser que tiene la autoridad sacó la cuenta
exacta de lo que cuesta este trabajo a nuestras principales casas
editoriales. Presentó un balance fiel y demostró que las pérdidas
exceden a los beneficios. Este trabajo obliga a los obreros a apresu-
rarse constantemente y en este ambiente de fiebre y mundanalidad,
la verdadera piedad decae.
No es necesario que el trabajo comercial quede enteramente
suprimido de nuestras imprentas, porque ello cerraría las puertas a
los rayos de luz que deben ser comunicados al mundo. Así como el
trabajo de Daniel como estadista no pervirtió su fe ni sus principios,
no es forzoso que las relaciones con la gente del mundo perjudiquen
a los obreros. Pero cada vez que el trabajo realizado para el mundo
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