Página 165 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Los trabajos comerciales
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Impresos desmoralizadores
Cuando nuestras casas editoriales hacen una gran cantidad de
trabajo comercial, están expuestas al peligro de tener que impri-
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mir obras de valor dudoso. En cierta ocasión, mientras mi atención
se concentraba en estas cuestiones, mi guía preguntó a uno de los
hombres que llevan responsabilidad en una de nuestras imprentas:
“¿Cuánto les pagan por ese trabajo?” Le fueron presentadas las ci-
fras. Dijo: “Es demasiado poco. Si realizan negocios en esta forma,
sufrirán pérdidas. Y aun si recibieran una suma mayor, esta clase de
escritos no podría publicarse más que con gran déficit. La influencia
que ejercen sobre los obreros es desmoralizadora. Todos los mensa-
jes que Dios les manda para hacerles comprender el carácter sagrado
de su obra quedarán neutralizados por el consentimiento que ustedes
otorgan a la publicación de tales cosas”.
El mundo está inundado de libros que más valdría quemar que
vender. Los libros que hablan de las guerras con los indios y cosas
semejantes, que se publican y venden con la única intención de
ganar dinero, no deberían leerse. Estos libros contienen una poten-
cia fascinadora satánica. Los relatos espeluznantes de crímenes y
atrocidades ejercen una influencia hechizadora sobre la juventud y
provocan en ella el deseo de hacerse célebre por actos de maldad.
Aun muchas obras que son más históricas, no ejercen, sin embargo,
mejor influencia. Las enormes crueldades y prácticas licenciosas
descritas en esos libros han sido para muchos como una levadura que
los impulsa a ejecutar actos semejantes. Los libros que describen
las prácticas satánicas de los seres humanos dan publicidad a las
malas obras. No es necesario revivir los horribles detalles de los
crímenes y de los sufrimientos, y ninguno de los que creen en la
verdad presente debe participar en la perpetuación de su recuerdo.
Las novelas de amor y las historias frívolas y excitantes consti-
tuyen otra clase de libros que son una maldición para todo lector.
Puede el autor insertar una buena moraleja, puede también entremez-
clar en su obra sentimientos religiosos. Sin embargo, en la mayoría
de los casos, es Satanás que se disfraza de ángel de luz para engañar
y seducir con más facilidad. El espíritu es afectado en gran medida
por las cosas de que se nutre. Los lectores de las historias frívolas y
excitantes se vuelven incapaces de cumplir los deberes que les in-